27 enero 2009

"Orfeo ed Euridice" desde el Metropolitan Opera. 24 de enero 2008


Por Gonzalo Tello
La disposicion de la ópera de Gluck para atraer coreógrafos, por sus largas escenas orquestales, hace de esta obra una de las más dinámicas y prestas a aproximaciones artísticas muy amplias. George Balanchine y Frederik Ashton ya lo habían hecho alguna vez, hasta que le llegó el turno al famoso coreógrafo Mark Morris.

La versión escogida es en italiano de 1762 y sin intermedios, para dar unidad a la obra. Las coreografías ocupan la mayor parte de la escena, y el movimiento escénico complementa lo estático del resto del elenco, incluido el coro, que permanece en estas plataformas de tres niveles. Aunque si bien colaboran y realizan su propia coreografía junto con los movimientos del cuerpo de baile, lo cual da una sensación de movimiento orgánico', de todo el elenco como una sola persona, dejándose llevar por pensamientos, cambios de ánimo, incluso paranoias. Estos junto a Orfeo, quien no abandona el escenario casi nunca, nos meten en una atmósfera mucho más psicológica, una exposición universal que pertenece a la psiquis interna de cada uno de nosotros.

La visión de Morris en la producción, muy fiel a su estilo, contiene elementos contemporáneos, desde la escenografía y vestuarios, hasta los movimientos. La historia de Orfeo es tan atemporal que funciona perfectamente ponerle un traje oscuro y reemplazar su arpa por una guitarra, y ponerle un t-shirt y zapatillas a Amor.

Danielle de Niese, joven soprano especializada en roles barrocos, demostró ser una excelente intérprete y actriz. Sus gestos pudieron ser exagerados, pero supo controlarlos en buen balance con su personaje. La voz tiene un color algo oscuro que le queda bien a ese timbre que tiene. El personaje de Amor de Heidi Grant Murphy es correcto en su breve aparición.

Stephanie Blythe es formidable como Orfeo. La voz de por sí es muy bonita, y la proyección y dicción son fantásticas. Uno siempre duda cuando escucha tantos elogios para un solo intérprete, pero más allá de compararla gratuitamente con otros grandes o criticar tecnicismos, se puede apreciar las cualidades del instrumento, que complementan y aportan muchísimo a la propuesta dinámica y moderna que nos da la batuta de Levine. Eso si, al escucharla cantando 'Che faró senza Euridice' era muy difícil no dejar de comparar el timbre de voz con el de Marilyn Horne.

Levine se identifica con la puesta dando tiempos ágiles, haciendo vibrar a las cuerdas y yendo por el lado dinámico que requiere seguir a todo un cuerpo de baile. El barroco aquí suena muy diferente, pero agradable para el que quiere sentir mayor energía que la usual con que se dirige este tipo de obras.

La escenografía parece sencilla en diseño, pero es compleja, y muy funcional, haciendo las plataformas móviles y el escenario giratorio, donde vemos el infierno traducido en cavernas oscuras.

Donde el vestuario de Mizrahi no sorprende (en el caso de los principales) nos deslumbra en el coro, donde cada miembro viste un vestuario individual representando a los personajes más importantes de la historia, en este caso, son cien. Este concepto lleva la producción a una universalidad de la que precisamente viene la obra.

La repetición de "Orfeo ed Euridice" va este miércoles 28 a las 7:30pm en Multicines UVK.



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