18 octubre 2012

El Palau de les Arts de Valencia se asoma al abismo



Por Ferran Bono (El País) El bufón jorobado de Rigoletto abrirá la séptima temporada del Palau de les Arts el 10 de noviembre. Para entonces el gran drama pasional de Verdi rivalizará con el drama financiero y organizativo de la ópera valenciana, cuyo desenlace marcará su futuro inmediato. La proyección presupuestaria de la Generalitat para el teatro asciende a unos nueve millones de euros. Con esta partida para el próximo año se cubriría el pago de las nóminas de los 300 trabajadores de su plantilla, incluida su apreciada orquesta, y el mantenimiento del inmenso edificio diseñado por Santiago Calatrava. Poco más. Ni habría para producciones propias ni apenas margen para óperas en concierto o para alquilar montajes de calidad.
El anuncio del recorte en un 50% de su presupuesto deja al Palau de les Arts en una situación cercana al colapso financiero. “No sé cuánto será finalmente el recorte, pero espero que no sea tanto”, señala la intendente de la ópera y responsable artística, Helga Schmidt. “Ahora bien, a pesar de la incertidumbre, puedo decir que nunca se va a bajar la calidad artística. Tendremos que explotar nuevas fórmulas”, añade prudente, a la espera de la aprobación de las cuentas autonómicas, que se producirá en los próximos días.
Una posible salida pasa por lograr un aumento de la partida o excluir de la misma la consignación de servicios generales, según apuntan otras fuentes del Palau de les Arts. Solo la apertura de puertas y el mantenimiento del teatro suponen un desembolso de 3,2 millones de euros al año, a pesar del ahorro acometido en este capítulo, que antes ascendía a 4,5 millones. La construcción del recinto costó a la Generalitat valenciana 478 millones de euros (incluidos los 44 de los honorarios del arquitecto), siendo la previsión inicial de gasto de unos 100 millones, según datos de la propia Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia, de la que el Palau es su mayor icono.
Schmidt recuerda que el “magnífico edificio” de Calatrava “no fue hecho en tiempos de crisis”, sino cuando “se podía pagar su coste”. Y reafirma el poder de atracción internacional que tiene la arquitectura del también ingeniero valenciano. El continente, no obstante, condiciona el contenido, lo que agrega un problema más a los muchos que comparte el Palau con los principales escenarios españoles.
A la reducción de la partida de la Generalitat, su principal vía de financiación (Ayuntamiento y Diputación no aportan), se suma la caída generalizada de los patrocinios por la crisis y la disminución de la consignación del Ministerio de Cultura (423.000 euros). El Gobierno valenciano, presidido por el PP, no ha logrado equiparar ni reducir la diferencia entre las ayudas del Ministerio al Liceu de Barcelona (8,3 millones de euros para un presupuesto total de unos 45 millones) y al Teatro Real (8,7millones, y 46 millones) con respecto al Palau de les Arts. Ni antes, cuando gobernaba el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, ni ahora, bajo el mandato de Mariano Rajoy, si bien se han silenciado las denuncias de “agravio” aireadas antaño.
Solo el director de orquesta Zubin Mehta, vinculado desde su apertura con la ópera valenciana, ha continuado con sus críticas públicas por la diferencia de trato, esgrimiendo la calidad artística de la programación y el éxito de crítica de su joven orquesta, creada por Lorin Maazel.
Al margen de otras consideraciones sobre el costoso proyecto de la Generalitat, el Palau de les Arts (esta temporada ofrecerá seis óperas y una zarzuela) no cuenta con la tradición, ni con la masa crítica del Teatro Real (10 óperas y cuatro óperas en concierto) y del Liceu (nueve óperas y seis en concierto), pero ha logrado reconocidos hitos operísticos como la tetralogía de Wagner montada por la Fura dels Baus y dirigida por el propio Mehta, entre otros aplaudidos montajes.
La falta de liquidez del exhausto Gobierno valenciano, además, ha provocado retrasos en el pago a proveedores, y también a artistas del Festival del Mediterráneo con el que se cerró la pasada temporada. Aunque a fines de septiembre se subsanó parte de la deuda, como confirmó a este diario un prestigioso artista afectado, los impagos minan la credibilidad. Otra consecuencia de la coyuntura es la mayor dependencia de la taquilla. Los teatros apuesten más por títulos con gran predicamento entre el público.
A todos estos problemas se une el plan que ultima la Generalitat de reducir sus 45 empresas y sociedades públicas y 30 fundaciones en seis marcas-paraguas para recortar gastos y despedir a unos 3.500 trabajadores. La ópera valenciana (que depende de la Fundación Palau de les Arts Reina Sofía) quedará englobada en Culturarts y perderá su entidad jurídica, si bien aún está por determinar el alcance final de la medida.
Desde la Consejería de Cultura se estima que con nueve millones se pueden hacer muchas cosas y tal vez menos óperas y que el presupuesto futuro de la ópera se diluirá en el global de Culturarts, que ha de estar constituida antes de fin de año. Se sugiere que las cuatro salas de Les Arts deben tener más vida y dar más cobijo a las bandas de música, de gran tradición en Valencia.
La intendente Helga Schmidt, aboga por “reducir costes en tiempos de crisis pero también por salvar la cultura, parte de la vida de un pueblo”. Hace hincapié en que su modelo se sustenta en la “excelencia de su orquesta y de su coro” y en la participación de grandes nombres como Plácido Domingo o el director Riccardo Chailly, junto con “jóvenes emergentes”. “Es más importante tener y mejorar nuestra orquesta que contratar para tres funciones a la Filarmónica de Berlín”, agrega sobre la polémica y costosa visita de la formación dirigida por Simon Rattle al Teatro Real de Madrid.

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