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ENTREVISTA: La virtuosa del violín, Sarah Chang, llegó a Lima por primera vez para ofrecernos un inusual y especial concierto en el que interpretará el romántico concierto de Max Bruch y la brillante y compleja "Tzigane" de Maurice Ravel.
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Una de las primeras imágenes en televisión que me hicieron vibrar e interesarme por el increíble mundo de la música clásica fue la de una niña interpretando una obra que me pareció sencillamente imposible: El primer movimiento del concierto no. 1 de Paganini. Esta prodigio que entonces tenía 12 años se llamaba Sarah Chang, y estaba acompañada nada menos que por la Filarmónica de Berlín, dirigida por Zubin Mehta.
Desde entonces, y por mas de 20 años, el nombre de esta virtuosa ha estado presente en las grandes ligas de la música clásica. Cuando empezó a tocar el violín a los 4 años, ingresó a una escuela a los 6 y debutó con la Filarmónica de Nueva York a los 8, se hablaba de un prodigio sin igual, Una vez, el legendario Yehudi Menuhin se refirió a ella como "la mas maravillosa, perfecta e ideal violinista que alguna vez escuchó". Es sorprendente que a tan corta edad haya audicionado frente a legendarios artistas como Zubin Mehta y Riccardo Muti (directores en esa época de la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de Filadelfia, respectivamente) y que la hayan programado en sus conciertos inmediatamente.
Su carrera continuó sin pausas y hoy a sus 34 años (y con mas de 25 años de carrera) deslumbra al mundo entero con su versatilidad y encanto en la interpretación. Gracias a TQ Producciones, podremos verla por primera vez en Lima para presentar un concierto bastante inusual y especial con dos obras imponentes y demandantes: El popular y romántico Concierto para violín y orquesta no.1 Op. 26 de Max Bruch, y la estrepitosa Tzigane (Gitano) del francés Maurice Ravel. Esto será junto a la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, dirigida por su titular, Pablo Sabat, este jueves 25 en el Gran Teatro Nacional.
Interpretar ambos conciertos seguidos no es cosa fácil, por lo que le pregunté a Sarah cuáles son las mas grandes exigencias que tienen para ella, técnicamente, ambas piezas.
"Lo mas demandante con el concierto de Bruch es que es muy popular y todos los violinistas lo han interpretado en algún momento. El reto es mantenerlo fresco, hacerlo sonar como una obra nueva. Se lo puede hacer sonar de dos maneras: De una forma clásica beethovenesca, o de manera muy al estilo romántico, que llegue a tocar tu corazón. Yo lo considero como una obra muy romántica. Los tres movimientos están conectados, no hay grandes pausas, pues Bruch estaba conciente de mantener una sola línea conectando todo el concierto. Posee melodías y una técnica que aunque lo hayas tocado por 20 o 30 años, aún debes trabajar en ella y hacer el esfuerzo por que suene junto con la orquesta como una gran obra de cámara. Es una de esas piezas en que no puedes ser solista con 80 músicos detrás.
El Tzigane es un monstruo de pieza, tiene demasiadas notas juntas y tiene todo desde escalas, arpegios, glissandos, triples y cuádruples cuerdas, algo masivo para la mano izquierda. Lo interesante de esta obra es que es muy demandante y hay mucho trabajo para los dedos, pero se balancea con este sonido sexy que suena a francés pero tiene una llama gitana que es pegajosa. Esta obra contiene ese increíble balance que hay que encontrar.
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Dicho eso como tu visión sobre ambas obras tan diferentes, ¿Sueles decirle al director cómo quieres que sean interpretadas o esperas que el director de su pauta?
No me gusta decirle a la gente lo que se debe hacer. Creo que la mayoría de los músicos son intuitivos, y parte de eso es interpretar la música y no solo notas. Usualmente en los ensayos congeniamos con el director y nos ponemos en la misma página, para encontrar similitudes en tiempos y rubato para tener una idea de como vemos la obra y encontrar un balance. En parte estoy agradecida de haber empezado mi carrera tan temprano, pues tengo mas de 20 años de experiencia y regularmente con los mismos directores en todo ese tiempo. Yo empecé con el maestro Zubin Mehta y sigo trabajando con el, así como con Kurt Masur, y hoy hay toda una nueva ola de directores jóvenes que estoy conociendo. Es realmente agradable cuando tienes esa química con algunos y sabes que puedes confiar en ellos. También es emocionante cuando conoces a uno nuevo, como en este caso, y exploras esa relación. No tenemos mucho tiempo de ensayos esta vez porque el tiempo es limitado, así que es importante mantenerse con los pies en tierra, comprometerse y hacer las cosas muy rápido.
¿Es muy difícil cambiar de estilo entre una y otra, mental y físicamente?
En realidad es bastante inusual hacer dos piezas en un concierto y yo lo hago muy rara vez. Lo usual es hacer solo una. Mas aún, hacer dos piezas tan diferentes en personalidad, carácter y sonido, tu tienes que cambiar al instante pues no hay tiempo de descansar y recomponerte. Parte de esto es mentalizarse en el estilo de cada obra, una muy romántica y la otra con llama gitana. Otro detalle importante será poder cambiar de arco, y eso dependerá de que tan lejos esté el camerino para poder correr a cambiarlo, ya que la presión que se necesita en el arco para ambas obras es diferente.
Conversando con varios violinistas como Vengerov, Bell, Hope y otros, ellos hablan mucho de tradición e influencias de virtuosos del pasado. ¿Tienes algunos ídolos de los que sigues esa tradición?
Mi favorito de lejos es David Oistrach, para mi es el mejor de todos. Escucho sus grabaciones y siento que así es como el violín debe sonar. Hay algo en su tocar que tiene muchas agallas, no solo sale del corazón sino también del estómago, es un sonido que sale desde el centro de su ser y hay mucho poder y pasión en el sonido que produce que es increíble. Para mi el tiene todo. También me gusta mucho Pinchas Zukerman. Tengo mucho respeto por el como violinista, violista y director, además de ser un excepcional maestro. Muy poca gente puede hacer todo eso tan bien y eso es ser un verdadero artista.
Eres bastante joven pero ya tienes todo el crédito para dar clases maestras o enseñar a nuevas generaciones en algún momento, pues ya cuentas con una larga carrera.
No doy clases aún, quizá algún día cuando viaje menos y pueda hacerlo efectivamente, pero hice varias clases maestras y es un proceso muy interesante, pues estoy acostumbrada a interpretar en el escenario y no tener que poner notas en palabras, o analizar la interpretacion de otro. Recuerdo que hice mi primera clase maestra a los 16 en Asia y no la pasé bien, pues la forma como se presentó era muy pública, frente a 2000 personas que pagaron una entrada y yo sosteniendo un micrófono mientras interpretaba. Esta mala experiencia me hizo parar y solo luego de 15 años comencé a hacerlo de nuevo paulatinamente, asegurándome de que sea con poca gente, sin necesidad de micrófonos...
Es que una clase maestra no es un concierto, es un diálogo íntimo...
¡No lo es! es un diálogo entre dos músicos sobre el escenario. Pero al mismo tiempo es una oportunidad de presentación para un estudiante, quien puede tocar una obra completa o un movimiento entero y sentir la experiencia de hacerlo frente a público acompañado de un piano, eso es importante. Creo que cuando uno interpreta, ya sea para diez, mil o 10 mil personas, uno siempre aprende al estar sobre un escenario y eso es algo muy poderoso.
No me gusta diferenciar entre géneros, pero quisiera saber si crees haber marcado una influencia en las mujeres violinistas que han llegado después, las cuales son muchas, y que se hayan inspirado en ti para seguir la carrera.
No creo que tenga nada que ver con eso. Habían muchas antes que yo, como Ginette Neveu, Anne-Sophie Mutter, Kyung-Wha Chung y muchas otras ya abriendo puertas, así que por eso no puedo tomar crédito. Ni siquiera como niña prodigio y el haber debutado muy pequeña con la Filarmónica de Nueva York, pues Midori lo hizo antes que yo. Cuando comencé, habían interminables comparaciones entre nosotras: Que ambas éramos asiáticas, que fuimos a Juilliard, que estudiábamos con el mismo profesor, que debutamos con la NY Phil y así fue nuestro gran comienzo...en fin. Cuando era muy chica sentía que era un enorme honor que me compararan con ella y que era lo mas cool del mundo, pero imaginaba que para ella era algo que la molestaba. Midori terminó siendo una gran amiga y consejera. Trabajamos con el mismo profesor y con los mismos representantes en EEUU y es maravilloso cuando una solista con mayor experiencia en el circuito está dispuesta a compartir las buenas y malas cosas con las generaciones siguientes. En cierta forma yo seguí su camino, aunque ambas tocamos diferente, por lo que hay suficiente espacio para nosotras, y con suerte lo habrá para mas mujeres violinistas también.
Hace varios años vi a Midori interpretar el Concierto de Beethoven y fue como de otro mundo, dirigida por Miguel Harth-Bedoya, con quien has trabajado también.
¡Claro que si! Adoro a Miguel, es fantástico y uno de los mas grandes directores jóvenes actualmente. Tiene una gran familia también, cada vez que lo veo tiene un nuevo bebé (risas).
Para terminar, ¿te consideras una "superestrella?
¿Yo? ¡para nada! esto es música clásica...
¿Acaso no hay superestrellas en la música clásica, que quizá vayan mas allá del estándar?
Creo que ahora vivimos en una era diferente, en que las estrellas de los realities de televisión son las celebridades. Yo pienso que si tu genuinamente amas la música clásica y quieres ser un músico, no deberías buscar ser famoso, o hacerlo por esa razón. Si no, es mejor buscar estar en un reality de televisión, eso funciona bien. La música clásica es de las últimas profesiones que restan donde subes a un escenario sin haber playback, sin iluminación espectacular, sin shows con lasers o humo saliendo del piso. Salimos a escena, interpretamos y ya está. Interpretamos bien o mal, es blanco o negro. Hay cierta honestidad en esto, lo cual valoro, y gracias a eso nos exigimos cierta excelencia. Si pasamos el tiempo pensando en todo el ruido alrededor del negocio de la música, es fácil perder el foco. Yo siempre me recuerdo a mi misma que, sobre todas las cosas, prima siempre la música.
El concierto será este jueves a las 8:30 pm en el Gran Teatro nacional. Las entradas están a la venta en TuEntrada de Plaza Vea y Vivanda. Mas información en la web de TQ Producciones.
Sarah Chang invita a sus seguidores peruanos¡Sarah Chang ya llegó a Lima y grabó este video especial para el público peruano!La cita es mañana en el Gran Teatro Nacional. Adquiere tus entradas en los módulos de Tu Entrada Peru de Plaza Vea y Vivanda.
Posted by TQ Producciones on Wednesday, June 24, 2015
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