Fotos: Pepe Corzo y Coro Nacional |
Por Gonzalo Tello (Operaperu.com)
“Die
Zauberflöte” (o “La Flauta mágica”) debe ser la ópera más representada de
todas. Sólo en las bases de datos de representaciones en teatros a nivel
mundial figura como la más representada en los últimos 8 años. Y es porque es
una obra popular: Contiene melodías reconocibles más allá de la obra, su
historia es apreciada por público de todas las edades, sus mensajes se
entienden como moralejas, entre otros elementos que la hacen un clásico.
El
ministerio de cultura por segundo año consecutivo ha apostado por presentar a
través de sus elencos, la orquesta sinfónica nacional juvenil, el coro nacional
y el coro nacional de niños, una mini temporada de ópera con obras para el
lucimiento de ambos elencos locales. En 2012 se representó “El diluvio de Noé”
de Britten y “Le nozze di Figaro” de Mozart, con buenos resultados para una
productora y elencos con poca experiencia en el rubro.
Este
2013 la propuesta fue un musical para niños escrito por Nilo Velarde (“Akas Kas”)
y otro Mozart, “Die Zauberflöte” o La flauta mágica. La idea según entiendo es
aprovechar el teatro y los elencos para poder darles la oportunidad a los
artistas de preparar producciones y no esperar a ser convocados por productoras
privadas, las que hasta ahora contrataban a los elencos. Por primera vez en
mucho tiempo se puede hablar de que ya tenemos un teatro estable con
producciones propias. Este `singspiel´ fue cantado en alemán y hablado en
español lo cual facilita el entendimiento sobre todo por los más pequeños.
Para
esta `Flauta´ se ha contado con artistas locales y solo tres extranjeros,
contando al director de escena. Esta es una obra que se presta perfectamente a
ser bien interpretada tanto por los jóvenes músicos de la orquesta como por las
voces, siendo tan ligeras en nuestro medio. Esta es una producción muy clásica que no rompe las indicaciones de dirección ni propone nada ajeno al original.
La dirección
recae sobre el brasileño Walter Neiva. Tengo entendido que tuvo menos de una
semana para preparar todo, ahí se explica lo básico en la dirección y lo
infantiles de muchos desplazamientos y actuaciones. En los teatros de ópera
estables generalmente se usan de 3 a 4 semanas para montar una nueva producción.
Aquí fueron pocos días, ¿Qué pasó?
Aquí lo
que destaca sobre todo es la propuesta estética a cargo de Pepe Corzo,
experimentado en producciones de teatro en Perú y Europa. Una propuesta que
sale de la huachafería o poco refinamiento que muchas veces vemos en ópera sobre
nuestros escenarios y le levanta el nivel al show. Esto disimula de alguna
forma la falta de experiencia actoral de los artistas locales. Excelente por
los productores en animarse a convocar artistas con este nivel de trabajo. Esto
atrae a otros públicos que están acostumbrados a ese nivel de producción y que
saldrían corriendo si el montaje fuera corriente. Escenografía práctica que
incluye proyecciones que alimenta lo mágico de la historia. Vestuarios lúdicos
que reflejan el estilo de Corzo.
Importante
la presencia del tenor canario Francisco Corujo en el rol de Tamino. Corujo ha
cantado en los principales teatros de Europa con figuras legendarias de la
lírica, tenerlo aquí es un acierto. Voz potente, muy buenas tablas, entonación correcta
y desenvuelto cantando en alemán, con excelente pronunciación y actuando en
español.
Destacadas
también las tres damas, particularmente Pilar Ciruelos y Edda Paredes. Esta
última cantante es una de nuestras futuras grandes artistas por la belleza de
su timbre, potencia y gracia sin prejuicios para interpretar roles. Le auguro un
excelente porvenir.
El
Papageno de Xavier Fernández estuvo correcto, con una interpretación vocal
adecuada al rol y que resultó agradable.
Fantástica
la Pamina de Josefina Brivio, la cual debe ser la mezzo más completa que
tenemos actualmente. El color, brillo de la voz y excelente técnica la hicieron
brillar. Lo mejor fue la escena del suicidio, en que su voz parecía la de Renée
Fleming. Se debería producir una Cenerentola para ella el próximo año. Es una
voz que debería cantar protagónicos.
La
Reina de la Noche fue interpretada por la joven soprano del Coro Nacional Flora
Cabrera. Si bien teatralmente le falta experiencia y aparentaba rigidez y
nerviosismo su voz denota todo lo contrario: Seguridad, brillantez, tamaño. Su
participación es corta pero sus dos escenas sacaron el mayor aplauso del
público, por los sobreagudos que debe emitir. Es una gran oportunidad esta para
estos jóvenes cantantes vayan desarrollando su carrera. Una grata sorpresa la
de esta soprano.
El bajo venezolano Víctor García Sierra como Sarastro destacó por la potencia de la voz y sobre todo por las
notas graves de su registro. Su presencia escénica es imponente sobre el
escenario.
Los
tres niños fueron interpretados por mujeres solistas del coro nacional de niños.
Su participación gustó mucho al público.
Correcta
la participación del resto del elenco, el tenor Wilson Hidalgo como Monóstatos,
el orador Fernando Vizcarra, y la Papagena de María del Carmen Rondón.
A la coreografía le falta también gracia y no muestra el encantamiento que produce la flauta.
La orquesta sinfónica juvenil, dirigida por Pablo Sabat, estuvo a la altura salvo precisiones que corregir, pero con un sonido muy mozartiano. La dirección de Sabat me parece muy clásica en la obertura, no busca audacias y juega seguro, muy de acuerdo al nivel de los jóvenes músicos. Me hubiera gustado escuchar un poco más. Eso sí, aléjense de los asientos delanteros, se está muy cerca de ellos y no se aprecia el sonido correctamente.
La orquesta sinfónica juvenil, dirigida por Pablo Sabat, estuvo a la altura salvo precisiones que corregir, pero con un sonido muy mozartiano. La dirección de Sabat me parece muy clásica en la obertura, no busca audacias y juega seguro, muy de acuerdo al nivel de los jóvenes músicos. Me hubiera gustado escuchar un poco más. Eso sí, aléjense de los asientos delanteros, se está muy cerca de ellos y no se aprecia el sonido correctamente.
El Coro
Nacional, dirigido por Javier Súnico, está correcto musicalmente, sin mayor
lucimiento ya que en esta obra los coros son secundarios y con poca
participación. Para la orquesta está súper bien preparar óperas como Figaro o
Flauta, pero no me queda claro por qué el Coro escoge estas obras en que canta
poco y de manera muy secundaria. Esperemos se prepare alguna obra donde
participen más.
"La
Flauta Mágica" es un espectáculo que no debe perderse, los precios son
increíblemente accesibles para un espectáculo de este tipo, al menos por
curiosidad y para que sus hijos o pequeños tengan la oportunidad de conocer el
género.
Lo que
si nos quedamos con las ganas es de ver un show mucho más refinado
teatralmente. Es curioso escuchar a los artistas o equipo técnico siempre justificándose
por falta de tiempo, cuando ya sabemos cómo es en nuestro medio. Aprendamos a
medir tiempos y no llegar a última hora. Este montaje va hasta el domingo en el
Gran Teatro Nacional. Los precios son increíblemente baratos, no se lo pierda.
1 comentario:
La opera para ninos se llamo la ciudad que habita bajo el mar
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