Fotos © Sociedad Filarmónica de Lima |
VII Concierto de Abono - Sociedad Filarmónica de Lima. Auditorio Santa Úrsula. Evgeny Kissin, piano.
Programa: Mozart, Sonata no. 10, K. 330; Beethoven, Sonata no. 23 "Appassionata", Op. 57; Brahms, 3 Intermezzi, Op. 117; Albéniz, Granada, Cádiz, Córboba, Asturias; Larregla, ¡Viva Navarra!. Bises: Granados, Danza española n° 5 (Playera andaluza); Chopin, Polonesa op. 53 (Heroica); Mazurca op. 68 n° 2.
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Sin dudas podemos decir que la primera presentación en Lima del pianista ruso Evgeny Kissin ha sido el mejor evento musical en lo que va del año. ¿Cómo un pianista puede lograr tan increíble resultado? Eso es algo que saben críticos y público que han seguido con admiración a este artista desde su temprano debut a inicios de la década de los años 80. Su gran salto a la fama lo dió en 1984 con la interpretación de los conciertos para piano de Frédéric Chopin con la Orquesta Filarmónica de Moscú, bajo la batuta de Dmitri Kitaienko. La grabación de esta histórica interpretación fue éxito de ventas y el inicio de una brillante carrera del artista nacido en el seno de la Unión Soviética.
Gracias a la Sociedad Filarmónica de Lima pudimos verlo este sábado en el Auditorio Santa Úrsula, presentando un programa bastante variado e intenso preparado para esta gira sudamericana, la cual marcó su regreso luego de casi dos décadas por estos lares. Lo que hizo Kissin en este debut en Lima fue mágico.
Una de las características especiales de esta presentación fueron las extremas medidas de cuidado que el equipo de producción tuvo respecto a los ruidos molestos. A teatro lleno, se hizo hincapié en apagar celulares. Es sabido que el artista, además de cobrar un enorme caché, tiene diversas demandas: Solo interpreta en piano Steinway, prohíbe las grabaciones de todo tipo y pide evitar fotos, sonidos de celulares y otros artefactos. No solamente son justificadas las exigencias del artista y sus representantes, sino que romper estas reglas podrían desencadenar una crisis de nervios en el, ya que tiene pánico escénico.
El recital se inició casi puntual, con un Kissin saliendo raudo a escena. Una de las mejores maneras de describir a este excéntrico artista podría ser por su extremo respeto por la tradición, percibido desde la sonata no. 10 de Mozart. Lo mas destacado fue la sutileza, gracia y perfectos tiempos con que Kissin acariciaba el teclado, como si fuera de seda, y dando uso justo de los pedales. La siguiente obra era del todo diferente e interpretada de una manera muy romántica: La sonata no. 23 "Appassionata" de Beethoven, composición de carácter lúgubre, de similar estilo que la marcha fúnebre de la "Eroica". Kissin le imprimió nostalgia y fuerza a la interpretación de esta obra que es casi una sinfonía, por su estilo melódico y compleja estructura. Si su Mozart arrancó ovaciones del público, esta Appassionata hizo que gran parte del público lo aplaudiera de pie.
En la segunda parte esperamos sentados unos 15 minutos a que Kissin vuelva al escenario, ya que hubieron dos interrupciones de celulares en la primera parte, que deben haber puesto nervioso al pianista. Luego de los esfuerzos porque el público entienda que deben apagar sus teléfonos, el artista salió a interpretar una pieza íntima y pastoral: Tres intermezzi, Op 117 de Johannes Brahms. Estas tres piezas son como cantos de cuna y Kissin las trató con mucha entrega. Una de las cosas que mas llamó la atención fue ver como el se entregaba a la lírica de la obra y la música lo inundaba de pies a manos, murmurando las notas y gesticulando de forma melodramática. Estos extraños gestos obligaron al público a conectarse por completo a la interpretación.
Seguidamente escuchamos cuatro piezas escritas por Isaac Albéniz, extraídas de la Suite Española (Granada, Cádiz, Asturias),y de los Cantos de España (Córdoba). Kissin le imprimió sabor y color español a estas piezas, pero con virtuosidad chopiniana, al estilo de sus mazurkas. Inmediatamente cerró el recital con ¡Viva Navarra!, jota para concierto del español Joaquín Larregla, obra en extremo virtuosa sobretodo para la mano derecha, que Kissin interpretó con perfección y ritmo. No siempre tocó todas las notas en los arpegios y escalas cromáticas, pero eso da a este tipo de presentaciones en vivo el toque humano.
Las ovaciones no pararon, y Kissin se mostró generoso saliendo varias veces a agradecer y regalando 3 bises: Primero fue una obra complementaria a las recíen interpretadas, la Danza española n° 5 (Playera andaluza) del español Enrique Granados. Luego, de Frédéric Chopin, escuchamos la Polonesa op. 53 (Heroica) y la Mazurca op. 68 n° 2.
Como dije en un articulo pasado, desde la presentación András Schiff en 2012 sobre el mismo escenario y piano, no veíamos a un pianista de tal envergadura y repercusión. No estaba equivocado, y los presentes a esta noche histórica podrán estar de acuerdo conmigo.
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