08 septiembre 2008

Tosca de Puccini, crítica de la obra


Tosca de Puccini, crítica de la obra

Por Gonzalo Tello

“Romanza” presentó la opera “Tosca”, en una producción de la especialista en Puccini Vivien Hewitt, con la soprano italiana Maria Pia Ionata, el tenor peruano Andrés Veramendi, y el barítono cubano Homero Pérez-Miranda en los roles principales.

Desde que se abre el telón vemos el escape de Angelotti de la prisión, y su llegada a la iglesia de San Ándrea del Valle. En este acto el escenario esta bien resuelto a través de un lienzo donde vemos la cúpula, lo que de la una profundidad efectiva, además de juegos de iluminación acertados. La acción se desarrolla de forma correcta durante el acto, destacando el histrionismo de Ionata, en un dúo musicalmente bien logrado con Veramendi. Este tenor tiene un color brillante y buen legato, que fue desenvolviendo mejor después de una correcta “Recondita armonia”. En la parte actoral, Veramendi sigue los movimientos escénicos, pero sin mayor destreza y gracia, lo que hace por momentos la acción carente de realidad. El sacristán de Xavier Hernández sorprende por su muy buena actuación y por la potencia y color de la voz, perfecta para el rol. La entrada de Scarpia nos hace ver a un barítono de gran presencia escénica y de un color y potencia vocal prometedora, que recuerda la voz de los buenos intérpretes del Verdi maduro. El acto termina con un “Te Deum”, que, aunque desborda el escenario del teatro por la cantidad de coro y figurantes, cala en el espectador por la correcta interpretación musical del coro, y la muy entregada versión de Pérez-Miranda que desborda sobre la masa.

El segundo acto nos trae una interpretación magistral de los 3 protagonistas. Bien logrado Scarpia, demuestra una intensidad teatral y musical de alto nivel, digna de los grandes teatros. Tosca se desenvuelve bien, aunque con ciertos lapsos teatrales un poco fuera de lugar pero que aún así merecen reconocimiento, mientras que musicalmente decae luego de cantar “Vissi d`arte”, evidentemente exhausta, por ser un acto muy demandante, y seguramente por venir de cantar dos noches consecutivas. Veramendi si bien por momentos casi pierde estabilidad en los agudos, sale airoso en el muy difícil momento de la rebelión “Vittoria!, vittoria!”. El legato de Veramendi se va puliendo cada vez más ofreciéndonos un Cavaradossi muy lírico y que impacta musicalmente, ya que el timbre y el tamaño de la voz superan gratamente a lo que se espera de este personaje. El papel de los secundarios y figurantes está bien, dentro de sus limitaciones actorales.

El tercer acto es más fácil que los anteriores, pues es relativamente corto, y se compone de la entrada y aria del tenor, el dúo entre Tosca y Cavaradossi, y el final de la historia, que es breve. Veramendi musicalmente le da gran intensidad a su Cavaradossi. La interpretación de “E lucevan le stelle” está bien concebida, pues va “in crescendo” de acuerdo a lo que va narrando el personaje, aunque la voz no termina de salir redonda, cosas de esa noche puede ser. En la parte actoral, es un momento clave del personaje, en cual muestra su resignación frente a la muerte, y teatralmente debe estar concentrado en eso. Esto se cumplió parcialmente. Es importante para el cantante trabajar la voz junto con la actuación como si fueran uno, para que la interpretación musical no traicione al cantante en el desenvolvimiento escénico con movimientos fuera de lugar. De todas maneras, es un proceso que toma tiempo, y para ser la primera vez, el tenor supera ampliamente la expectativa. Esperamos vaya moldeando el papel a una mejor medida conforme su voz vaya mejorando con los años.

El papel del Coro Nacional estuvo musicalmente bien, pero una vez más lo vemos falto de gracia para interpretar su papel. El coro siempre es un personaje más, que aporta y marca tanto como los protagonistas a la efectividad de la producción. Sólo aparece en escena en el primer acto, antes del Te Deum, y la verdad destruye por completo la verosimilitud de un momento importante como es la escena de los celos entre Tosca y Scarpia. Es necesario y muy importante trabajar la preparación teatral del conjunto, pues esa falta siempre va a representar un desmedro para la obra.

La puesta de Vivian Hewitt en general estuvo bien y fue efectiva, porque reinterpretó a Puccini al pie de la letra. El riesgo con esto no sólo es poder no estar a la altura de las circunstancias, sobre todo con una ópera tan teatral y densa como es “Tosca”, sino que al ser tan apegada a la época y al libreto, se corre el riesgo de que las comparaciones salten y no se destaque el valor de la producción en sí. Tampoco ayuda a la Regista, pues no hay mayor aporte propio que la reinterpretación de la obra de Puccini, ahí la obra carece del aporte particular de la directora. El escenario, realizado artesanalmente por Joaquín Sialer, es interesante y le da un valor agregado a la obra. Así como los vestuarios de Emilio Montero, en los cuales se nota cuidado y buen acabado, incluso en el de los figurantes. Sería interesante ver lo que podría hacer el vestuarista en alguna producción no convencional.

La orquesta Romanza, dirigida por Enrique Ricci, director con gran trayectoria internacional, estuvo a la altura y destaco en entradas y matices, pese a no contar con el numero de musicos que habitualmente interpretan esta gran opera. Ricci mantuvo un excelente balance de la orquesta en todo momento, destacando particularmente en el segundo acto, donde aporto muchisimo al equipo, logrando de este un momento magistral.

En general, un buen esfuerzo de Romanza por mejorar la calidad de la ópera, que en los últimos años se ha presentado de forma muy primitiva y menospreciando el gusto y la inteligencia del público. Frente a como la ópera se va refinando y presentando en todas partes, es preciso tener en cuenta la creación de producciones más frescas y reinterpretaciones de los clásicos, con la idea de atraer a un nuevo público curioso, al que le falta dar ese siguiente paso, que es sentirse motivado a ir a ver ópera al teatro.

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