02 marzo 2013

"Guillaume Tell", un espectáculo que pudo ofrecer más

Fotos: Gran Teatro Nacional
Por Gonzalo Tello
Operaperu.com

La sexta edición del Festival Internacional de Ópera "Alejandro Granda" abrió este viernes en un nuevo recinto, el Gran Teatro Nacional, con todas las miradas nacionales e internacionales fijas y atentas en el debut en el rol de Arnold del tenor peruano Juan Diego Flórez, el cual volverá a hacer en el Festival Rossini de Pésaro, . 

El Festival Granda se caracteriza desde hace seis años de traer al Perú, un país donde la cultura lírica no ha sido tan difundida, a una constelación de artistas consagrados y en ascenso de la lírica internacional lo cual sorprende a nuestros vecinos que ven con asombro como aquí se pueden ensamblar elencos de ese nivel.

Y ese es el fuerte del Festival, lograr ensamblar elencos de primera que ofrecen un resultado importante. En las últimas ediciones del Festival Granda los resultados musicales han sido magníficos. Como gran ejemplo, el "Don Carlo" en 2012, "Barbero de Sevilla" en 2011, entre otros.


La edición 2013 nos trae, en vez de "Lucrezia Borgia" de Donizetti como estaba programado en un inicio, otra obra a pedido del propio Flórez: "Guillaume Tell", la última gran obra escrita por Rossini y estrenada en la Opera de París en 1829. Rossini no quiso componer una nota más luego de esta ópera, y hasta su muerte en 1868 solo escribió algunas obras de cámara y sacras. Lo que Rossini logró con esta partitura es increíble: La melodía, orquestación y sentido musical están muy por encima de obras como El barbero de Sevilla o La Italiana en Argel, deliciosas comedias que compuso poco más de una década antes. En "Tell", el nivel de la composición y las capas armónicas van más allá de lo acostumbrado en este compositor, he por ello la fría recepción del publico parisino en su estreno, y la poca frecuencia con que se representa esta obra. Tanto por la dificultad en contratar cantantes idóneos así como lo anacrónico del libreto, el cual está plagado de referencias patrióticas, sin un orden ideal. Es difícil además escucharla ya que existen muy pocas grabaciones referenciales y que un teatro o Festival la programe siempre es un evento de nivel mundial. Solo hace poco se interpretó de forma integral en el Royal Albert Hall de Londres como algo muy especial.

Szemeredy, Florez y Guagliardo
Flórez pidió esta ópera para poder prepararse antes de su debut en Pesaro este verano. Esta ópera no se ve en ese festival rossiniano desde 1995, cuando el legendario tenor Gregory Kunde hizo de Arnold. Flórez y su virtuosisima técnica son en parte la razón por la que este Festival dedicado íntegramente a las obras de Rossini, lo programe después de tanto tiempo.

Para Ernesto Palacio no ha sido nada fácil preparar este "Tell", ya que encontrar cantantes idóneos es difícil  Incluso a pocas semanas del viaje y ensayos, algunos artistas tuvieron que desistir, como la mezzo Daniela Barcellona quien recibió un ofrecimiento importante de Berlín para interpretar Dido en "Les Troyens", o del director italiano Alessandro Vitiello, quien un accidente le obligó a cancelar sus presentaciones. Felizmente se llega con un elenco solido de voces experimentadas.

Una grata sorpresa es saber que la partitura en esta versión en Lima no ha sido del todo recortada, se conserva gran parte de la música e incluso los ballets, los cuales son comúnmente recortados. Lo que se omiten los las repeticiones de cavalettas y algunos pasajes corales que dramáticamente dilatan bastante la historia.

Otra de las grandes sorpresas y enorme satisfacción es el nivel logrado por la orquesta. Cuando decimos que esta obra es difícil de montar, también lo es porque la partitura es complicada. Incluso su famosa obertura es difícil para una orquesta profesional. En este caso esta obra es interpretada por la orquesta juvenil "Sinfonía por el Perú" integrada en su mayoría por jóvenes estudiantes del Conservatorio Nacional de Música y algunos elementos de la red de orquestas. Con el apoyo de los cinco maestros de la Filarmónica de Viena que vinieron a darles apoyo pedagógico, y algunos integrantes invitados de la Orquesta Sinfónica Juvenil Simón Bolívar de Venezuela, este ensemble logra no solo sobrevivir sino darle un ritmo dramático e intenso a la genial partitura rossiniana. El director Espartaco Lavalle logra un buen maridaje entre peso orquestal, tiempos dinámicos y solemnidad cuando es requerido. y absoluto control sobre coro y orquesta, apoyando correctamente a los cantantes. Una excelente interpretación digna de elogio a director y músicos.

El protagonista de la historia, el barítono húngaro Kàroly Szemerédy en el rol de Guillermo Tell, demuestra una gran evolución desde su visita en 2009, en que eran claras sus deficiencias en la emisión.  Si bien no fue un Tell virtuoso, su voz a tomado un color interesante y su potente emisión lo ayuda a apoyar largos pasajes en esta obra, como en su aria "Sois immobile" del tercer acto.

La soprano inglesa Jessica Pratt, la cual es una de las nuevas figuras en Pesaro y se está haciendo conocida en el mundo por sus capacidades, sobretodo en el repertorio belcantista, debuta el rol de Mathilde en Lima. Con un bello timbre y una interpretación de lo más elegante nos da cátedra en su gran escena del segundo acto "Sombre forêt", en que no encontramos un bel canto tradicional, sino más bien una escena que roza un lirismo y unidad musical que encontramos solamente en el Verdi Maduro, incluso en Puccini medio siglo más tarde. Así de revolucionario fue Rossini al final de su vida de compositor. Pratt logra gran virtuosismo en los extensos dúos con Arnold.

Jessica Pratt y Juan Diego Florez
Y es el Arnold de Juan Diego Flórez el que se lleva las palmas de la velada, ya que este es el rol más difícil que cualquier tenor puede encarnar. Canta durante los cuatro actos largas escenas complejas, intercala hasta 28 Do de pecho y muchas otras notas agudas, y además debe sobrevivir todo ese viaje para llegar al último acto y cantar una escena extremadamente difícil de 15 minutos que incluye una caballeta suicida que lo obliga a lanzar sobreagudos a toda voz, por encima de una orquesta en forte y el coro. Flórez adapta a su estilo y timbre este rol, distanciándose de la voz Rossiniana heroica que nos dejaron Bruce Ford, Gregory Kunde, Rockwell Blake u otros, y volviendo a Arnold un personaje más lirico y con el fraseo, técnica y volumen propios de Flórez. El tenor peruano supera nuestras expectativas, y aunque corta severamente el “Aux armes” final, el cual en grabaciones dura varios compases más, es heroico lo que logra en este rol, y ademas un privilegio ya que el mejor tenor rossiniano de la historia, en el pico de su carrera, nos regala en su ciudad natal.

Impresionante Ivan Magri

El tenor italiano Ivan Magri llega a Lima luego de exitosas presentaciones en Valencia con “I Due Foscari” de Verdi, cantada nada menos que junto a Plácido Domingo. Magri es una de esas voces en ascenso que en cualquier momento se dispara al estrellato. Voz de bellísimo timbre, segura y con agudos fáciles, interpreta el breve rol del pescador, el cual tiene que intercalar hasta 3 Do de pecho, hace que esta producción sea un lujo de tener a un tenor de ese nivel en un rol “secundario”. Magri seguramente brillará cuando interprete a Hernando de Soto en “Atahualpa” de Pasta a finales de mes.


El barítono italiano Carlo Cigni interpreta a un Gessler rotundo, dramático y con una correcta interpretación rossiniana. Uno de los placeres del rossini serio es precisamente escuchar a los bajos o barítonos interpretar papeles duros como este.


La soprano ligera Arianna Ballota posee un bello timbre y le hace justicia al rol de Jemmy, hijo de Tell.

La mezzosoprano Albanesa Enkelejda Shkosa destaca en el breve rol de Edwige con fuerza, ya que tiene una voz con bella textura y transmite naturalmente dramatismo. Deja una grata impresión y nos gustaría ver pronto a esta mezzo en un rol más complejo en nuestros escenarios.

Interesante la voz del bajo italiano Ugo Guagliardo durante el terzetto con Arnold y Tell del segundo acto.


Aunque por momentos no se le escuchaba, fue correcto el Melchtal del barítono peruano Humberto Zavalaga. Buen resultado el del barítono Xavier Fernández como Leuthold, con buena emisión y adecuado dramatismo. Asimismo correcto el cazador el bajo Carlos Martínez. El Rudolphe de Juan Antonio de Dompablo si dio mucho que desear, inaudible casi completamente.

El Coro Nacional dirigido por Javier Súnico fue correcto, aunque inaudible muchas veces. El poco numero de integrantes y lo amplio del escenario pueden haber influido.

Ballet Nacional durante el tercer acto
La participación del Ballet Nacional, por más esforzado por ofrecer una interpretación decente, fue deplorable y poco digna del estatus de primer elenco. Si bien da gusto que no se hayan omitido las escenas de ballet y hayamos podido disfrutar de esos momentos, que en Rossini son muy inspirados, el Ballet Nacional no mostró el profesionalismo que su nombre remite, y estuvo muy por debajo del espectáculo. Comprendemos el interés del Ministerio de Cultura por incluir a los elencos y darles la oportunidad de participar en este tipo de producciones internacionales, pero hay que tener mucho cuidado de no exponer sus deficiencias de esa manera tan explícita. Si bien las coreografías que combinaban elementos modernos, sobretodo en el tercer acto, se veían muy atractivas, la ejecución fue penosa, con bailarines mirándose de reojo entre ellos, como no sabiendo que hacer, y en completa desincronización.

Otro punto gravísimo fue el pésimo trato de los subtítulos. Hicieron perder todo interés por entender la trama y le quitaron todo el peso al guión. Sin contar que ese español antiguo ya no se usa en los teatros de ópera. Siempre se actualiza al lenguaje moderno para hacerlo más atractivo al público joven.

Finalmente la puesta en escena de Massimo Gasparón estéticamente es atractiva y nos muestra un minimalismo propio del director. Sin embargo, no vivimos en 1950 y ese tipo de dirección casi nula, en que los cantantes entran a escena, declaman con las manos y se van, además de un escenario que si bien funciona claramente solo en el segundo acto, y en el resto de las tres horas siguiente se ve pobre y poco funcional desluciendo completamente el drama, desluce el espectáculo en su totalidad. No hay cosa más arriesgada que presentar una ópera desconocida, compleja y tan larga con un montaje que no apoye dramáticamente a la parte musical. Y si los subtitulos no sirven ni ayudan, estamos al borde de una tragedia.

Eso nos hace pensar el peligro que conlleva presentar espectáculos así. Últimamente parece que el rubro operístico peruano está alejándose de los nuevos públicos, ofreciendo solo espectáculos démodé que atrae a los públicos mayores más tradicionales, publico en extinción que no estará presente muchos años más. La ópera es un ente vivo, es drama, es teatro, es música de la mejor, y nuestro público limeño se ha vuelto exigente, exige ver calidad y está expuesto a excelentes producciones como musicales, teatro y demás que lo han hecho aprender en los últimos tiempos. Presentando espectáculos operísticos a la antigua, sin peso en lo teatral, ni explotando los recursos que el GTN si puede mostrar, estaremos ante un espectáculo de museo, reliquia antigua que será poco atractiva, y por lo que público joven neófito y con ganas de aprender no pagará, sobre todo a precios altos. Se estará alejando a cualquier otro público de la posibilidad de disfrutar de un espectáculo tan grato. Corresponde al Festival Granda estar a la altura no solo en lo musical, sino en lo teatral, como pasa en todos los festivales del mundo.

Es importante que todos los gremios que manejan la ópera en nuestra ciudad vean más allá de sus espectáculos y de los grandes elogios que reciben de amigos y afines, que siguen con la resaca del éxito de Juan Diego Flórez para justificar cualquier otra deficiencia. Es importante mirar al futuro y revisar qué es lo que falta completar. Solo así se saldrá del subdesarrollo cultural y empezaremos a ver espectáculos de excelencia. Estamos encaminados, solo hay que mirar los detalles, y aprender de otras artes afines y ver en qué punto se encuentran.

“Guillermo Tell” continua en en Gran Teatro Nacional los días lunes 4 y jueves 7. Luego viene “Atahualpa” el 23 y 25 de marzo, en forma de concierto, sobre el mismo escenario.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lastima su apreciacion sobre la actuacion de los bailarines del Ballet Nacional, habria que preguntarse si el coreografo tiene conocimientos musicales ya que posiblemente no les dio las cuentas adecuadas o los envia al escenario sin cuentas definidas por ello es posible la desincronisacion, es muy dificil bailar con orquesta en vivo cuando no se tiene la costumbre y las osquestas suelen tocar en diferente tiempo que en los ensayos y los bailarines al final tienen que adaptarse en la escena.

Irene Meza dijo...

Buenas noches. Soy bailarina del Ballet Nacional aunque no he participado en Guillermo Tell y no he visto toda la coreografía para las partes de ballet de esta ópera. Ud. tiene todo el derecho de opinar acerca del desempeño del elenco del ballet nacional en Guillermo Tell pero, de lo que afirma, no se puede saber cuánto sabe usted realmente de ballet, que es un arte tan complejo como la ópera o la música. Hay que tener cuidado en no desprestigiar a los bailarines y en no hacer afirmaciones a la ligera sobre el nivel del ballet nacional. Puede confundir al público y hacerlo olvidar excelentes temporadas artísticas, como el Ciclo de Ballet Neo-Clásico de Jimmy Gamonet, Salomé y Akas Kas, entre otras. Muchas gracias

Gonzalo Tello dijo...

Irene, muchas gracias por comentar. Dejame decirte que estos comentarios se basan exclusivamente en esta presentación. Lo cual no descarta que en otros espectáculos el Ballet haya tenido otros éxitos, que debieran ser comentados en respectivos artículos. Pueden haber miles de razones, pero lo que se ve en escena al final es lo que se comenta. Para nadie es una novedad que el Ballet Nacional necesita mucho apoyo para poder desarrollarse y lograr un nivel óptimo. Saludos