Detrás del actor y director catalán, entonces absolutamente ajeno al concepto del teatro musical de Wagner, estaban dos expertos en el repertorio, la intendente del coliseo valenciano, Helga Schmidt, y el director musical Zubin Mehta, principal impulsor de la aventura wagneriana de La Fura. «Le insistí mucho a Helga para que los encargados de la producción fueran este grupo teatral, porque me había impresionado lo que hicieron en Salzburgo (La condenación de Fausto)», afirmó Mehta en una de sus recientes visitas a Barcelona. «Conozco bien la tradición wagneriana del Liceo y sabía que los de La Fura eran los indicados». Y el maestro no se equivocó.
Poderío dramático. Con este apetitoso reclamo internacional como piedra angular, el Palau de las Artes propone la segunda edición de su Festival del Mediterráneo, Al Sud del Rin, que se desarrollará desde el 30 de mayo hasta el 30 de junio, y en el que se ofrecerán nada menos que dos ciclos de la Tetralogía al completo, todo ello servido en una bandeja de plata con mucho olor y sabor wagnerianos, entre exposiciones, conferencias, conciertos y sesiones de cine. La alargada sombra del autor del Tristán e Isolda, se extiende ahora no sólo por el Liceo y sus dominios catalanes, sino también por la ciudad del Turia, la que, por mérito propio, comienza a ganarse el título de capital meridional wagneriana.
Cuando el montaje ya ha mostrado su poderío dramático, al que se ha unido la espléndida prestación de la flamante Orquestra de la Comunidad Valenciana y el efectivo reparto vocal escogido por el Palau de les Arts, puede decirse con satisfacción que el experimento furero ha dado soberbios resultados.
Sacar ventaja. La acogida de la versión teatral -el musical- ha sido unánimemente aplaudida e incluso premiada tanto en España como en Italia (ha recibido el galardón a la Mejor Nueva Producción de los Premios Líricos Teatro Campoamor 2008 así como el premio de la crítica musical italiana Franco Abbiati). La última jornada de la épica saga se estrenó en abril en Florencia, siempre con críticas muy favorables, y esta noche llega al Palau de las Artes para completar este viaje iniciático y, de paso, inaugurar el festival.
Sin lugar a dudas, esta iniciativa artística representa un hito en la historia del teatro lírico español. Se trata del primer Anillo wagneriano concebido por un equipo artístico nacional, convirtiendo al teatro valenciano en la primera de las salas españolas en ofrecer dos ciclos completos escenificados de la Tetralogía. El Anillo liceísta de hace un lustro optó por dividir las cuatro entregas en dos temporadas y el Teatro Pérez Galdós de Las Palmas inauguró su remozado edificio alquilando un ciclo al Mariinsky de San Petersburgo, pero nunca antes un teatro español había apostado tan fuerte por la obra más ambiciosa del músico alemán encargando su propio montaje escénico.
Valencia le saca incluso ventaja al mismísimo Festival de Bayreuth, no sólo porque el Palau de las Artes cuenta con aire acondicionado y sillas cómodas (como no sucede en el evento alemán), sino porque, además, puede preciarse de una producción visualmente muy atractiva que hace digerible unas óperas complejas desde cualquier punto de vista. A partir de ahora, Wagner también es Mediterráneo.
Tecnología puntera. Durante la presentación del montaje a la prensa nacional, Zubin Mehta no pudo contenerse afirmando no sólo que se sentía muy satisfecho del resultado, sino, además, apenado por este final de recorrido: «El 30 de junio [cuando acabe la última función de El ocaso] estaré triste porque finalizará un trabajo de casi siete años. Este maridaje con Carles Padrissa y La Fura dels Baus ha sido una experiencia excepcional, así como mi trabajo con la orquesta, que, con su profesionalidad y su alto nivel, hacen de mí un director muy feliz. Esto ha sido un antes y un después para la Orquestra de la Comunidad Valenciana». Padrissa puntualizó que la propuesta mezcla tecnología teatral de vanguardia con fiestas populares tradicionales, una síntesis que ha dado grandes dividendos a la trayectoria del grupo teatral catalán.
Una vez más se darán cita en Valencia cantantes de prestigio en el circuito escénico wagneriano como Matti Salminen, Juha Uusitalo, Franz-Josef Kapellmann, Stephen Milling, Torsten Kerl o Catherine Wyn-Rogers. A ellos se unirán, por ejemplo, una pujante Elisabete Matos (quien ha demostrado en más de una ocasión su vigor en este repertorio), sin olvidar al incombustible Plácido Domingo, que encarnará el papel de Siegmund en la función de La Valquiria del 24 de junio, que será retransmitida en directo a toda Europa gracias al apoyo de la Unión Europea y su Año Europeo de la Creatividad e Innovación.
Pero el prólogo y las tres jornadas que conforman el Anillo del Nibelungo no son lo único que ofrece esta segunda edición del Festival del Mediterráneo: también se anuncian, entre otras propuestas, un concierto dirigido por el propio Zubin Mehta, varios recitales con composiciones de autores de la órbita de Wagner (con voces como las de Catherine Wyn-Rogers y Albert Dohmen) y la proyección de la película Die Nibelungen, de Fritz Lang. El entorno del Palau de las Artes volverá a convertirse en escenario del Anell de Llum (Anillo de Luz), un espectáculo de La Fura abierto a la ciudad con fragmentos musicales de la Tetralogía, que el año pasado congregó a varios miles de personas. Queda claro: Valencia se viste de Wagner.
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