Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Desde Bogotá
Los dos primeros días del 2do. Festival Internacional de Música de Bogotá "Bogotá es Mozart" han sido vertiginosos, por la cantidad de sedes y el número de conciertos realizados, cuatro el primer día y 20 el segundo, todos dedicados a obras del compositor austríaco.
El centro de actividad es el Teatro Mayor Julio Santo Domingo, enorme edificio que contiene dos escenarios, el Teatro Mayor, donde se presentan solistas y orquestas, y el Teatro Estudio donde se hacen recitales de cámara. Las afueras del teatro se han convertido en estos días en una enorme feria donde hay restaurantes que ofrecen crêpes, pizzas, hamburguesas, sushi, café y licores de todo tipo. Aquí es donde miles de personas que compraron sus entradas viven la celebración de este festival. Patrocinadores como Sura o BanColombia realizan activaciones con modelos que, vestidos de época, se toman fotos con la gente y carpas donde invitan vino y muestran fotos de los artistas presentes. El complejo también tiene una enorme biblioteca y una tienda donde uno encuentra cientos de libros de música, vinilos, DVDs y souvenirs.
Lo sorprendente de este Festival es que todos los conciertos se dan a sala llena y el público bogoteño es sumamente educado en cada presentación. Aplauden efusivamente la entrada de los músicos, guardan un silencio sepulcral entre movimientos, pocos tosen, si alguien hace ruido se disculpa, niños muy pequeños prestan gran atención y mueven los dedos siguiendo el compás, y se aplaude con algarabía al final de las piezas. Los músicos, quienes vienen de todas partes del mundo, comentan lo excitante que es para ellos esta audiencia. Siempre son generosos en ofrecer regalos. Este caso no da envidia ejena, sino mas bien orgullo ajeno.
El primer concierto en el Teatro Mayor presentó al pianista austríaco Till Fellner, reconocido por haber ejecutado todas las sonatas de Beethoven, una proeza de toda una vida. Ofreció dos sonatas: La no. 4 K. 282 y la No. 16 K. 545, además del Rondó K. 511 y un Adagio en si menor, K. 540. Fellner ofreció crescendos con virtuosismo, tiempos perfectos y un final solemne y simple en la obra final.
Till Fellner |
© Juan Ruy Castaño |
En la segunda parte de este concierto vimos al violinista alemán Guy Braunstein, por mas de 10 años concertino nada menos que de la Filarmónica de Berlín, y al violista americano Ori Kam, quien ha trabajado con Zubin Mehta, Pinchas Zukerman, Isaac Stern, Gil Shaham, entre otros, y es artista de Decca y Harmonia Mundi. Interpretaron la Sinfonía Concertante para violín y viola K. 364. Su sincronía fue magnética y prodigiosa, con un acompañamiento preciso de la orquesta. El programa concluyó con la sinfonía no. 35 "Haffner", interpretada con vigor por la orquesta y la batuta de Belli.
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En el segundo día de Festival se presentaron 20 conciertos en 15 sedes de Bogotá, que incluyen teatros, bibliotecas, iglesias y auditorios. Lo inicié en el bellísimo Teatro Colón, ubicado en el Centro Histórico del distrito de la Candelaria. La orquesta alemana Die Kölner Akademie fue dirigida por el americano Michael Willens y presentó al holandés Ronald Brautigam en el fortepiano. Un placer fue asistir a este concierto de instrumentos de época. Brautigam y esta orquesta han grabado la totalidad de conciertos de Mozart para el sello BIS. La obertura "el sueño de Escipión", el concierto para piano no. 13, K. 415 y la Sinfonía no. 40, K. 550 fueron las obras de programa. El sonido barroco y artesanal que provino de la orquesta y del piano antiguo fueron una delicia, sobretodo en un teatro tan bonito como el Colón, que mantiene una arquitectura antigua con mucho detalle.
Die Kölner Akademie y Ronald Brautigam © Juan Ruy Castaño |
En el segundo día de Festival se presentaron 20 conciertos en 15 sedes de Bogotá, que incluyen teatros, bibliotecas, iglesias y auditorios. Lo inicié en el bellísimo Teatro Colón, ubicado en el Centro Histórico del distrito de la Candelaria. La orquesta alemana Die Kölner Akademie fue dirigida por el americano Michael Willens y presentó al holandés Ronald Brautigam en el fortepiano. Un placer fue asistir a este concierto de instrumentos de época. Brautigam y esta orquesta han grabado la totalidad de conciertos de Mozart para el sello BIS. La obertura "el sueño de Escipión", el concierto para piano no. 13, K. 415 y la Sinfonía no. 40, K. 550 fueron las obras de programa. El sonido barroco y artesanal que provino de la orquesta y del piano antiguo fueron una delicia, sobretodo en un teatro tan bonito como el Colón, que mantiene una arquitectura antigua con mucho detalle.
Die Kölner Akademie con Michael Willans y Ronald Brautigam en el maravilloso Teatro Colón © Ópera Perú |
Isabelle Faust, Josep Caballé y Staatskapelle Halle © Ópera Perú |
Lo mejor se reservó para la tarde. A las 5:00 pm hizo su debut la Staatskapelle Halle de Alemania, dirigida por el Español Josep Caballé. Cincuenta músicos y un director dinámico y muscular abrieron el programa con el Divertimento K. 136. Vigoroso inicio que combinaba diminuendos y crescendos, con una grata agilidad y energia de Caballé. El intercambio entre 1ros y 2dos violines era frenético y su pastosidad exquisita. La solista estrella del Festival, la alemana Isabelle Faust, presentó el Concierto para violín no. 4 K. 218. Faust inicia con delicadeza, y acentos sutiles dignos de una orfebre, deliciosos matices y detalles mozartianos en complicidad con la Concertino, Ying Zhang. Termina la cadenza del primer movimiento con virtuosidad endiablada. El Rondó final lo interpreta con la energía de la sonata "Kreutzer" beethoveniana. Faust complace al público con una moderna y muy sutil obra llamada "Doloroso" del húngaro George Kuzak. La orquesta concluyó con una cuasi brahmsiana versión de la sinfonía no. 36 "Linz", KV 425.
Lleno total del Teatro Estudio © Ópera Perú |
Wiener Kammerorchester dirigida por Stefan Vladar © Juan Ruy Castaño |
© Juan Ruy Castaño |
A continuación el director se sentó al piano para interpretar el Concierto no. 23, KV 491. Vladar ejerce fuerza y su interpretación es virtuosa, con mucha vena, los tiempos son energéticos y la orquesta acompaña de manera enérgica, inducidos por su conductor. El concierto tuvo un cierre con la sinfonía no. 41 "Júpiter" KV. 551. Los metales de la orquesta suenan con vigor y rigor neoclásico, Versión muy intensa, casi beethoveniana. La energía de Vladar es contagiosa y su talento enorme. Definitivamente uno de los artistas mas increíbles que han pasado por este festival.
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