21 noviembre 2014

Extraordinaria producción de “Romeo y Julieta” enaltece Lima

Festival Granda
El debut en el rol protagónico del tenor peruano Juan Diego Flórez causa gran expectativa a nivel mundial. 

Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
El Festival Internacional de Ópera “Alejandro Granda” vuelve este año al Gran Teatro Nacional para presentar su VII edición. Ernesto Palacio, su director artístico, una vez más vuelve a ensamblar a un elenco de primer nivel internacional para una importante producción en nuestro país. Con las dificultades que acarrea la falta de apoyo estatal y privado, así como también el interés del público masivo, Palacio apuesta en este Festival por ofrecer espectáculos de calidad en todo sentido, tanto vocal como escénico, y con obras que no son necesariamente las más populares, lo cual lo hace más interesante. Siempre son obras atractivas que se representan en el circuito internacional y el resultado es tan alto que ni siquiera teatros estables de la región, incluso europeos con millones de presupuesto, pueden ensamblar.
El motivo de esta edición es presentar una primicia en nuestro país, “Romèo et Juliette” de Charles Gounod, vehículo para que nuestro primer tenor, Juan Diego Flórez, debute un nuevo rol en su repertorio. Cosa especial, ya que este debut marca una nueva etapa en la carrera del tenor, el inicio de un tipo nuevo voz que ampliará su repertorio a futuro. En esta nueva etapa está expuesto a otro tipo de competencia y a diferentes críticas fuera de su territorio belcantista habitual, en que es Rey. El resultado de esta experiencia ha sido extraordinario.
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Flórez, encarnando a Romeo, va creciendo conforme transcurre la ópera. Teatralmente va desarrollando el personaje, pasando de una timidez e ingenuidad a darle mayor peso y autoridad. Musicalmente, en el dúo con Julieta del primer acto, aparece fino y sutil; Durante su gran aria “Ah, lève toi, soleil” del segundo acto, muestra en pleno todas sus capacidades, con agudos potentes y la fineza característica de su voz de excelente musicalidad y legato. En el dúo “Nuit d´Hymenée” suena melodioso e íntimo; Es soberbio y dramático en la escena de la muerte de Tybalt y Mercutio, y lírico y dramático en su aria final “Salut!, tombeau”. Ha sido un gran descubrimiento este nuevo personaje,  con el que, según el mismo dijo, es la primera vez que muere en escena. Con gran dominio histriónico, la agonía del personaje se hizo creíble. Lo que pienso que destaca de su interpretación es la frescura y lectura totalmente nueva del personaje. Sus colegas, tenores líricos más experimentados, pueden llegar a este rol con clichés o mañas aprendidas. En el caso de Flórez la voz suena fresca, nueva y distinta, lo cual lo hace un Romeo interesante. Pienso que Flórez de ahora en adelante debe esforzarse teatralmente para hacer a estos personajes totalmente suyos y logre imponerlos con completa autoridad escénica. Esto lo logrará de seguro con el tiempo y experiencia.
GTN

La soprano rusa Venera Gimadieva es muy joven y llega desde las canteras del Teatro Bolshoi de Moscú. En su corta carrera ha logrado importantes triunfos en Venecia, Budapest, Reims y Londres, donde tuvo un éxito rotundo en “La traviata” en el Festival de Glyndebourne, en una producción que se vió en todo el mundo a través de internet. Gimadieva tiene el timbre y seguridad en la voz que me recuerda a una muy joven Angela Gheorghiu.  Con una gran vena dramática sabe darle el balance necesario a un rol tan difícil como es el de Julieta. Sabe transmitir a través de la voz diferentes personalidades, la de una Julieta inmadura y despreocupada, a una que sabe enfrentar las adversidades que la hacen infeliz. Es fabulosa en su aria “Je veux vivre”, la escena del veneno y su dúo final de muerte.
Lavrov y Flórez en ensayo general
El barítono ruso Alexey Lavrov, a sus 29 años, es una figura brillante. Su paso por el programa de desarrollo Lindemann del Metropolitan Opera de Nueva York se nota, ya que de ahí los cantantes salen con una formación de altísimo nivel. Èl mismo sabe crear un Mercutio desenfadado, fresco, juvenil, bromista e inquieto, y desde el primer momento eso queda claro en la escena. Esto, más la potencia y belleza de timbre, lo hacen un gran talento.


El bajo ruso Sergey Artamonov es un Frère Laurent de lujo. Voz imponente, pastosa y exquisita, lo hicieron brillar en sus breves apariciones, durante el tercer y cuarto acto.

La mezzosoprano peruana Josefina Brivio destacó en el también breve rol de Stephano con gracia en su aria y buen desempeño durante su apariciòn, en la que incluso nos sorprende batièndose con la espada.

El reparto peruano está a la altura. Xavier Fernández como Capuleto sabe imponer autoridad. El Gregorio de Carlos Martínez destaca por la potente voz y Mónica Canales como Gertrude está correcta. Breves son los roles de Dangelo Díaz, Israel Díaz y Fernando Vizcarra. Destaca especialmente la voz del joven tenor Juan Pablo Marcos, que pese a no tener la experiencia de sus colegas, sabe proyectar la voz muy bien, y luce convincente como un joven pero firme Tybalt.

El reparto de esta producción es de excelente nivel incluso en roles menores. Los cantantes, músicos de la orquesta, coro y director de orquesta, salvo el regista, hacen por primera vez esta ópera. El director de escena, el francés Jean-Louis Pichon, es uno de los más reconocidos especialistas en ópera francesa en el mundo y fue el promotor del redescubrimiento de la obra de Jules Massenet en la ciudad de este autor, Saint-Etienne, en Francia. Esta producción de “Roméo et Juliette” viene del Teatro Municipal de Santiago de Chile, donde Pichon la estrenó en 2013. La escenografía es minimalista, comprende un solo gran escenario bien diseñado para proyectar la acústica y que se transforma para mostrar las diferentes escenas de los cinco actos de esta obra. La ópera presenta un gran siparieto ilustrando nubes en una atardecer naranja. Desde que se inicia la ópera, vemos a travès del siparieto la tumba de los amantes y todos sus protagonistas rodéandola, junto con la figura del Padre y la Muerte. En esta escenografìa destacan la escena de la capilla del Frère Laurent y la escena de la tumba, que con la bien trabajada iluminación de Pascal Noel, forma cuadros estupendos. El vestuario de Jérôme Bourdin es bien elaborado y muy elegante, separa a los Capuletos en naranja y Montescos en celeste.
El Coro Nacional dirigido por Javier Súnico brilla en una partitura exigente y levanta la producción durante sus apariciones. Teatralmente cumplen bien con la puesta.
La Orquesta del Festival Granda lleva la partitura de Gounod con justicia y con pasajes muy inspirados. El venezolano Manuel López Gómez logra cohesionarla con firmeza, energía y belleza. Salvo algunas entradas tímidas e inseguridades en pasajes enérgicos, la orquesta sabe conducirse y lograr sonidos brillantes, sobre todo en las cuerdas y metales. Los diversos motivos musicales de esta obra se aprecian bellamente.
GTN
Vale este esfuerzo del Festival Granda por mantener sus estándares de calidad. Apostar por producciones exitosas de otros teatros, mientras el presupuesto lo permita, asegura el éxito de estas con los grandes elencos a los que ya nos vamos acostumbrando. Esperamos dentro de pocos meses su VIII edición, en que presentarán la gran "Lucia di Lammermoor" de Donizetti, como siempre, con un reparto de primera.
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