Festival Internacional de Música Antigua es una atractiva propuesta gratuita y descentralizada. © FIMA
Por Gonzalo Tello
Conjunto de Música Antigua de la PUCP, Ensamble Artifex, MUSIca ALcheMIca, etc. Música de Falconieri, De Milán, De Ortiz, Romero, Zipoli, Corelli, Bach, Biber, Vivaldi, entre otros.
La música antigua tiene mucho de contemporánea y su nivel de complejidad es alto. Por ello, los genios de los siglos XVI y XVII como Corelli, Scarlatti, Bach o Vivaldi son incomparables, aunque otros destacados compositores también nos dan gratas satisfacciones.
Gracias al Festival Internacional de Música Antigua que se celebra en nuestra capital, por iniciativa de la Pontificia Universidad Católica del Perú y el apoyo de empresas privadas, podemos disfrutar de manera gratuita de esta noble música en diversas sedes que le dan un toque mágico y especial, ya sean iglesias, museos o galerías de arte.
En esta, su XIV edición, pude asistir a dos fechas memorables: La primera en la maravillosa iglesia Santa María Magdalena de Pueblo Libre, en que su imponente interior en pan de oro nos prepara para una gran experiencia. Allí el Conjunto de la PUCP, en la primera parte, interpretó una serie titulada “Música en los tiempos de Cervantes” celebrando los 400 años del famoso autor del “Quijote”. Flauta dulce, viola da gamba, guitarras barrocas, clavecín y la bella voz de la soprano Marielly Minaya nos sumergen en la atmósfera de autores como Falconieri, Luis de Milán, Diego de Ortiz y Mateo Romero. En la segunda parte descubrimos la ópera sacra “San Ignacio” de Domenico Zipoli, en su estreno nacional. El Ensamble Artifex, dirigido por su virtuoso director Luis Chumpitazi, interpretó con esmero y pulcritud. Los solistas demostraron estilo y buen gusto, destacando nuevamente la soprano Minaya, quien además derrochó vertiginosa coloratura, bello fraseo y adecuado legato.
El siguiente concierto fue del dúo español MUSIca ALcheMIca, formado por Dani Espasa al clave y Lina Tur Bonet al violín. En el marco de la Galería Germán Krüger del ICPNA, rodeados por pinturas contemporáneas de Jaime Higa, pudimos disfrutar del talento y magisterio de Espasa y Bonet en obras de Corelli, Vivaldi y Bach, pero el plato fuerte llegó gracias a las sonatas “La Anunciación” y “La Crucifixión” del famoso “Rosario” de Heinrich Biber, compositor austriaco del siglo XVII que pocas veces tenemos la suerte de disfrutar.
El público responde efusivamente a estas iniciativas, que no solo deberían ser gestadas por promotores musicales, sino por dueños de galerías, auditorios y demás, así tendríamos una ciudad que respire música también fuera de los teatros, como es habitual en las grandes urbes.
(Publicado en Luces de El Comercio el martes 7 de junio del 2016).
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