24 noviembre 2012

"Le Nozze di Figaro", la precipitada apuesta del gobierno por hacer ópera

Fotos: Coro Nacional en Facebook

Por Gonzalo Tello (Operaperu.com)

“Le Nozze di Figaro” de Mozart, debe ser su título más popular. Sin embargo Lima en las últimas décadas no ha tenido mayor oportunidad de disfrutar de esta obra, salvo algunas excepciones en que se han presentado selecciones en concierto o muy resumida en talleres para jóvenes cantantes. La razón puede ser su prolongada duración, de más de tres horas, y lo confuso que puede resultar su libreto en ciertos casos. Esta es una comedia de situaciones, y una clara predecesora de la fórmula del “sitcom” televisivo de nuestros días. Una obra más extensa y complicada que demanda mayor preparación previa, a diferencia de otros éxitos de Mozart como “Don Giovanni” o “La Flauta Mágica”, obras más redondas.


Figaro, Susana y la Condesa de Almaviva

“Nozze” es una obra escrita en colaboración con Lorenzo Da Ponte en una de las duplas más exitosas de la ópera en su momento. Fue escrita sin la presión de los encargos y debe ser una de las más transgresoras, ácidas y atrevidas de su época, pues presenta a un grupo hilarante de arquetipos de clase, credo, sexo e irreverencia.

Aunque no entiendo muy bien el por qué la elección de esta obra como debut del Coro Nacional en el Gran Teatro Nacional (GTN), ya que en “Nozze” el Coro aparece pocas veces y tiene un rol muy secundario. Tampoco el por qué elegir una ópera y no más bien una cantata u oratorio a lo grande. Sin embargo la apuesta resulta no solo atractiva, sino de una alta calidad, considerando la poca experiencia frente a instituciones privadas que han hecho ópera por décadas.



La Orquesta sinfónica nacional juvenil, a cargo de Pablo Sabat también debuta en el GTN con esta producción. Gran trabajo el de Sabat, que conoce y proyecta el estilo mozartiano. Aunque a la orquesta aun le falta trabajar un sonido mas cohesionado, sobretodo en las cuerdas, hay varios pasajes exquisitos que saben abordar con delicada fineza, sobretodo en el cuarto acto.

La propuesta del venezolano Victor García Sierra, a cargo de esta producción, es una minimalista. Como el mismo dice en el programa de mano, es una producción muy simple, en blancos y negros. En esta propuesta se exhibe la competencia tanto entre clases sociales, como en las relaciones entre los personajes. Una constante competencia y rivalidad, juego de roles y demás, que son reflejados en escenografía y vestuario en blancos y negros como piezas de ajedrez. Que van marcando los movimientos  y niveles de estos diversos enfrentamientos y competencia de poderes durante la trama.

Foto: Javier Súnico Raborg

La escenografía y vestuario lucieron impecables y con muy buen gusto y estilo estético.


Como en muchos teatros del mundo, la tendencia cuando se monta “Nozze” es la de presentar cantantes jóvenes que puedan mostrar sus destrezas musicales y teatrales en una obra cómoda pero a la vez exigente. Es el caso de esta producción que ha contado con los principales artistas locales, y con dos artistas extranjeros en los roles protagónicos de Susana y Fígaro.



El barítono italiano Antonio Vincenzo Serra es un simpático y multifacético Fígaro, con una voz afinada, directa, y un excelente dominio escénico. Desde el principio hace que su personaje nos parezca simpático y estemos de su lado en las intrigas en las que cae con su “rival”, el Conde de Almaviva. La soprano argentina Jaquelina Livieri, artista en ascenso en su país, es una cantante también versátil, con un bello timbre y potencia. Buen fraseo y sentido de musicalidad mozartiano en el rol de Susana.




Destaca también que los roles del Conde y la Condesa de Almaviva recaigan en cantantes peruanos de oficio, como Xavier Fernández y Jacqueline Terry. Ambos son imponentes y ofrecen una excelente interpretación. Terry quien cuenta con un gran instrumento, proyecta las arias más íntimas de su rol con elegancia y destreza. Fernández destaca en la proyección y la fineza de su instrumento, muy mozartiano, sobretodo en sus arias “hai gia vinta la causa” y “Aprite un po’ quegli occhi” donde su sonido nos remite a grabaciones de los cantantes de mitad del siglo XX. Terry logra su mejor momento en el aria "Dove Sono" del tercer acto.



Destaca en el rol de Cherubino la mezzosoprano Edda Paredes, quien demuestra una vez más sus grandes cualidades, una voz plena y gran dominio escénico. También la Barbarina de la joven soprano Elizabeth Guerrero, con una gran facilidad para las tablas, y con una bella interpretación de su única aria en el cuarto acto.



Los roles de Marcellina, Don Bartolo, Don Basilio recaen en los nacionales Mónica Canales, Wilson Hidalgo y Carlos Martínez, quienes hacen de sus dotes para la comedia el núcleo de sus interpretaciones.



Cabe destacar también el equipo técnico que sabe entrar y salir perfectamente en los cambios de iluminación y de escena, algo que a veces se da por descontado pero es importante cuando afecta la trama.


En resumen, esta producción es a nivel técnico y artístico todo un éxito y un orgullo, sobretodo porque enaltece a nuestros artistas y nos hace vislumbrar la llegada de un verdadero Teatro Nacional por fin a nuestra ciudad.


Toda esta oportunidad para los Elencos Nacionales es muy importante y enriquecedora para ellos, y les da experiencia en un escenario envidiable. Sin embargo estos esfuerzos que hoy realiza el Ministerio de Cultura quedarán en nada en muy corto tiempo, si es que no toman la batuta y crean pronto las políticas culturales necesarias para sentar las bases del desarrollo de esos elencos y las diferentes disciplinas nacionales. ¿Qué está haciendo al respecto el Ministerio? ¿Cuáles son los planes de esta gestión en ese sentido? Tener espectáculos “mientras tanto” e intentar poner a licitación internacional nuestro primer teatro, construido con dinero público (el de todos nosotros), para dárselo a un tercero privado internacional que vea la manera de gestionar espectáculos para recuperar su inversión, teniendo como inquilinos a los Elencos Nacionales es un completo absurdo y una necedad de la gestión del gobierno de turno. Este es un momento único para sentar esas bases y garantías, y deben trabajar en la promoción y difusión de cada vez más espectáculos de nivel. Hay dinero y al parecer buena voluntad. Lamentablemente y por cuestión histórica, nunca está la gente correcta ni la capaz en los puestos clave, y siempre terminan estando personajes politizados. Esperemos que este no sea otra vez el caso. Que quede claro para el señor ministro y su cartera que el éxito de sus producciones serán aplaudidas a medias, hasta que no se encaminen de una vez y por vez primera en nuestra historia republicana, a tener una estructura con leyes claras que incentiven la inversión pública, partidas presupuestales fijas para elencos, y promoción y apoyo de las actividades privadas, que son las que producen los diversos espectáculos.

Los próximos pasos a seguir también deberían incluir ampliar las plazas de los Elencos. El Coro Nacional tiene treinta integrantes. ¡Treinta! Es urgente que al menos se duplique este numero. Lo mismo con el Ballet Nacional. También cambiar artistas en la OSN que por normativas antiguas no pueden ser despedidos ni cesados. Muchos de ellos son pésimos y no están a la altura de un primer elenco orquestal. Urge cambiar esas normas y reemplazarlos en pro de la excelencia.

También como recomendación está la de transmitir por el canal del Estado todas las producciones que realicen en el Teatro. Es preciso que parte de la inclusión social sea difundir lo que ocurre en el teatro, sobre todo para los que no hayan ido aun lo vean y se animen a visitarlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también salí muy satisfecho del Gran Teatro Nacional al terminar esta Le Nozze di Figaro de Mozart. Una puesta en escena con acierto que me gustó mucho sinceramente, el tema de jugar con estos colores extremos, una gran producción sin duda.
Musicalmente también fue mucho más de lo que esperaba, Vincenzo Serra fue un sobrio Figaro hasta que se sale del escenario para irrumpir donde se encontraba el público en su “Aprite un po’ quegli occhi”, un convincente Figaro aquella noche.

Livieri fue de lo que más me gustó, muy pareja en toda la función y con el timbre acertado para este papel de Susana. Jaqueline Terry efectivamente logra su pico más alto con el "Dove Sono", muy por encima de la otra aria Porgi amor.

El resto del elenco yambién estuvo a la altura, incluso el conductor Sabat, que sin tomar mucho protagonismo en la Obertura, le da a esta una versión correcta.

En resumen una muy disfrutable producción de Le Nozze, pero efectivamente queda la incertidumbre de lo que se hará más adelante con los elencos nacionales si no se crean y desarrollan los medios adecuados para seguir haciendo estos espectáculos en el nuevo recinto limeño.