Fotos de Javier Súnico Raborg
Coproducción de la
Asociación Romanza (Ópera de Lima) y la Universidad San Martin de Porres
Dirección de
orquesta: Carlos Vieu; Dirección escénica: Jaime Martorell; Turandot: Elisabete
Matos; Calaf: Sergey Nayda; Liu: Miky Mori; Timur: Rubén Amoretti; Ping:
Norberto Marcos; Pang: Wilson Hidalgo; Pong: Mauricio Miranda; Altoum: Arturo
Vigo; Mandarín: Carlos Martinez; Príncipe de Persia: Angel López. Coro Nacional,
director: Javier Súnico; Coro Nacional de Niños, directora: Monica Canales; Ballet
Nacional, directora: Olga Shimazaki. Orquesta Sinfónica Nacional del Perú.
Por Gonzalo Tello
Operaperu.com
La Ópera de Lima
inicia prematuramente su temporada 2012 celebrando a uno de sus principales
benefactores, la Universidad San Martin de Porres. Al cumplir esta sus 50 años
de fundación, apostó junto a la Asociación Romanza en producir un evento por
todo lo alto y con una importante inversión, casi nunca vista en nuestro país. Para
dar realce a esta celebración, se
escogió montar en escena la ópera póstuma de Giacomo Puccini “Turandot” la cual
no se ve en Lima desde que Prolírica la puso en el Teatro Segura en 1999. La
apuesta debía ser ambiciosa para darle toda la grandilocuencia que se merece, además
con un reparto adecuado.
La primera idea
recayó en hacerla en el Estadio Nacional (algo similar a lo hecho en el Luna
Park de Buenos Aires) pero la construcción del nuevo Teatro Nacional del Perú,
el cual debía estar listo en 2011, lo hacían el lugar idóneo para una producción de ese nivel y como justa inauguración. Sin embargo, debido a los múltiples problemas que tiene
el Ministerio de Cultura en la incertidumbre de cómo van a manejar este Teatro,
se opto a última hora por cambiar de escenario, el cual fue finalmente el
Parque de la Reserva de Lima, lugar recientemente renovado y que luce muy bien
gracias a un trabajo de remodelación y construcción de las famosas “piletas mas
altas del mundo”.
Lo complicado de
esta propuesta es el tener que armar un teatro entero en un espacio al aire
libre. Hay que montar escenario, espacio para camerinos, montar luces, y como
nunca se hace en un teatro, preparar todo un equipo sofisticado de sonido y amplificación
para lograr un sonido lo más fiel al de un teatro en un espacio con cero acústica.
Ese es el mayor reto, incluso mas importante del como los artistas interpreten.
De un sonido preciso y calibrado dependerá el éxito de la obra. Desde ese punto
ya es injusto presentarla en estas condiciones. Sin embargo si el resultado es
pleno, el público podrá disfrutar de tremendos artistas.
La soprano
portuguesa Elisabete Matos es la carta fuerte de este elenco. De trayectoria
internacional en grandes teatros como el Met, Valencia, Liceu entre otros, ella
llega a Lima luego de grandes elogios interpretando “Rienzi” de Wagner nada
menos que en el Carnegie Hall de Nueva York, uno de los eventos más esperados en
meses por el ambiente cultural de esa ciudad. Matos es una de esas voces grandilocuentes
que ya no se encuentran fácilmente. “Turandot” es una de sus grandes creaciones
y lo demuestra con una voz gigante e inacabable, desde su gran entrada en “in
questa regia” hasta los agudos eternos del dúo del tercer acto con Calaf. Si
bien Matos en esta produccion adoleció de una interpretación teatral más
profunda que hubiera agradecido el público de las primeras filas, su
temperamento y grandeza vocal la hacen resaltar y recibir la ovación de los limeños.
La soprano japonesa
Miki Mori se lleva el premio del público quien deliró con su interpretación de
la esclava Liu. Mori posee un instrumento fantástico, gran lirismo, excelente
lectura del rol, y entrega máxima. Cierto exceso de teatralidad la hace salir
de tono por momentos, pero todo dentro de una entrega que el público sabe
agradecer. Mori será una carta importante en montajes de óperas veristas en el
futuro en Lima.
El tenor ruso Sergey
Nayda posee una voz poderosa, todas las notas en su lugar y fiato bien logrado,
propios de una escuela tan profunda y exigente como la de su país. Si bien
llega a Lima en una etapa en que su voz no tiene el despliegue, agilidad y
finura que a veces un calaf requiere, sobretodo en sus momentos más íntimos,
logra una versión satisfactoria, sobretodo en su prueba de fuego, el aria “Nessun
dorma” una de las más bellas y populares para un tenor. Un aria que es sin embargo propia de
un hombre (Calaf) sediento de amor y al que no le importa la muerte de miles
con tal de lograr su propósito. Sadismo al puro estilo melodramático de
Puccini. Teatralmente a Nayda le falta todo y no logra entrar al personaje,
pese a varios intentos.
El bajo español Ruben
Amoretti es un Timur potente, y con fineza y portentosidad en su interpretación.
A pesar de ser un rol relativamente breve, es necesario contar con un bajo que
refleje buen color, cierto brillo y mucha compenetración dramática. Amoretti
logra con creces este efecto, sobretodo en su arrebato por la muerte de Liu.
Los personajes de
Ping, Pang y Pong, si bien son los cómicos que llevan y matizan el drama de la
historia, también llevan una gran carga por la complejidad musical de sus escenas.
Correctos están Norberto Marcos, Mauricio Miranda y Wilson Hidalgo en estos
roles. Correctos también y de destacar en sus breves roles, Carlos Martínez como el Mandarín y Arturo Vigo como el Emperador Altoum.
La dirección escénica
recae sobre el reputado director español Jaime Martorell, con amplia
experiencia y el cual produjo un “Turandot” en el Festival de Sagunto nada
menos que con Gwyneth Jones. Es un reto tener una puesta clara y manejar a gran
cantidad de personas. Su propuesta es clara y va con la historia. Ademas sabe resolver la distribución de elencos contando con una sola escenografía fija.
El Coro Nacional
suena estupendo en esta, una de las más difíciles óperas que posiblemente hayan
tenido que afrontar como elenco. Lamentablemente su manejo escénico es nulo,
por lo cual es muy importante complementen su trabajo con técnica escénica. La
voz no lo es todo, y este Coro tiene que redondear su calidad para seguir
progresando y presentando obras con mayor calidad y competitivas a nivel
internacional. El Coro Nacional de Niños complementa correctamente al coro
adulto en la interpretación.
La Orquesta Sinfónica
Nacional estuvo a la altura de la obra, salvo entradas a destiempo y ciertos
cuerpos también a destiempo, propios de este elenco que el director invitado
supo matizar en buena medida.
El director
argentino Carlos Vieu es imponente y preciso en el podio, logrando en gran
medida la cohesión del grupo y buenos balances en el elenco, el cual incluye una
banda detrás del escenario dirigida por el italiano Gioele Muglialdo. El sonido
logrado es más que satisfactorio para una obra tan compleja como lo es "Turandot”.
El Ballet nacional
logra compenetrarse con la obra con una coreografía dramática, que
lamentablemente adoleció de la perfección que deben tener los movimientos, y en
el que la descoordinación de los bailarines desinfló su participación. Lo entenderíamos
de un grupo de baile moderno que recién empieza, pero del primer cuerpo de
baile del país es inaceptable.
Muy importante el trabajo realizado por el equipo peruano encargado de la escenografía y vestuario, encabezado por Pepe Sialer y Emilio Montero, ya experimentados artistas en ópera en nuestro país. El escenario fue bien adaptado y muy bien logrado sobretodo en los detalles chinos con el gran circulo a la izquierda, las puertas del templo como los leones de las entradas laterales. Los vestuarios estuvieron mejor logrados en los protagonistas que en el elenco tanto de coro como figurantes.
En general es importante cuidar la iluminación, perdida por momentos y que siempre es tema de distracción en montajes nacionales. También pedirle concentración y actuación a los personajes comprimarios, los cuales hacen gestos y muecas que son percibidos por el público y que nada tiene que hacer con la obra.
Otro detalle que teatros del mundo ya aplican y haría mas accesible y amistosa la ópera a los mas jóvenes es la modernización del lenguaje usado en los subtitulos. El español antiguo utilizado no es tan atractivo y hace ver a la ópera, para los novatos, como algo lejano y añejo, de museo. Utilizar lenguaje actual y mas coloquial, no por esto de menor calidad, ayudaría con creces y lo haría mas atractivo a la nueva audiencia.
En conclusión, este
ha sido un gran esfuerzo que ha dado sus frutos, sin embargo, un esfuerzo
innecesario. A nivel internacional da vergüenza que tengamos un Ministerio de
Cultura que por no querer asumir el gasto de mantener un Teatro Nacional, ponga
trabas a los privados para realizar espectáculos que mejoran la calidad de vida
de la población. Eminentes personajes de la cultura internacional ya lo dicen,
este ministro de turno debería estar avergonzado de que las cosas se hayan dado asi...pero bueno, estamos acostumbrados, que mas da...
Este “Turandot” también
nos da la idea de que presentar óperas al aire libre para que las masas
disfruten de un espectáculo de este tipo sería algo muy interesante, al estilo de un Festival de Verano. Sin
embargo, por lo costoso de estos proyectos, debería no hacerse al menos en unos años. El enfoque completo debería darse en comenzar temporadas estables en el
Teatro Nacional, el más moderno de la región, que no puede quedar como un nuevo
“caballo blanco”, vedette de campañas e imagen política. Los esfuerzos de los privados
(y si se animan, de los públicos) de hacer actividad ahí es el nuevo reto y
responsabilidad que tienen para el futuro.
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