Por Darío Prieto - extraído de El Mundo
"Las cosas bellas son difíciles". Con esta cita de 'La república' de Platón ha arrancado este miércoles el homenaje a Gerard Mortier en el Teatro Real. En una sala ocupada por la escenografía de 'Lohengrin', que se estrena este jueves en Madrid con una nueva producción, el que fuese director artístico del coliseo madrileño ha estado presente en el acto a través de una fotografía suya con un paraguas rojo.
El recuerdo al superintendente belga, fallecido el pasado 9 de marzo debido a un cáncer de páncreas, ha consistido en la proyección de un vídeo con algunos de los montajes más destacados de la programación que diseñó ('Vida y muerte de Marina Abramovic', 'Brokeback Mountain', 'Tristán e Isolda', el 'San Francisco' de Messiaen...) intercalados con declaraciones suyas, en la que explicaba, en su peculiar español, sus ideas sobre la ópera ("Es una reflexión sobre la sociedad, sobre la 'polis'") y sobre la pasión que sentía por el género desde que a los 11 años viese 'La flauta mágica', la misma pasión que intentaba transmitir al espectador junto a lo que él consideraba fundamental: "el pensamiento del compositor".
Gregorio Marañón, presidente del patronato del Real, ha leído, "desde la tristeza que nos embarga a todos los que le hemos conocido" la carta que Mortier envió con motivo de la presentación de la próxima temporada, 20 días antes de su muerte. También ha asegurado que"nuestro mayor homenaje es seguir con su obra", anunciando que el de ayer no será el único acto en su honor y que todos los aplausos de la jornada debían ir dirigidos hacia la presencia ausente del director fallecido.
Parte del reparto de 'Lohengrin' (la soprano Anne Schwanewilms y el tenor Michael König) ha interpretado algunas piezas de la ópera con Harmut Haenchen dirigiendo la orquesta titular del Real. Anne Sofie con Otter ha cantado un lied de Schubert, mientras que el coro del Real ha recuperado el 'Patria opressa' del 'Macbeth' de Verdi, cerrando el acto la soprano canadiense Measha Brueggergosma (la única que no ha aparecido en escena de negro) cantando el espiritual 'Goin' up yonder' y, de nuevo, Haenchen al frente de la orquesta con el 'Preludio de la muerte de Isolde' del 'Tristán'.
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