Foto: Ópera Perú |
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú). Un interesante inicio de temporada de abono nos ofreció la Sociedad Filarmónica de Lima, presentando a una agrupación de gran prestigio internacional como la orquesta de cámara de Münich, orquesta de cuerdas de 18 músicos liderada por David Giglberger. De gran versatilidad y amplitud de repertorio, esta orquesta trajo a Lima un programa muy interesante que escapa de lo clásico y nos ofreció amplia variedad, interesante tanto para exigentes como para neófitos.
El concierto se abrió con un compositor poco difundido o conocido, el húngaro Sándor Veress, quien fue alumno de grandes como Zoltán Kodaly y Béla Bartók, asi como profesor de György Ligeti, entre otros. Presentaron sus Cuatro danzas transilvanas, piezas con aires folclóricos inspiradas en la tierra del compositor. De carácter nostálgico, percibimos una influencia marcada de su profesor Bartók. Luego de esto presentaron la Sinfonía para cuerdas no. 10 de Felix Mendelssohn-Bartholdy. Este autor escribió doce sinfonías para conjuntos de cuerdas, paralelamente a sus sinfonías para orquesta completa. La no. 10 consta de dos movimientos: Adagio, Allegro - piú presto. Con esta obra que tiene un carácter dinámico y virtuoso, la orquesta mostró a un Mendelssohn complejo y maduro.
La primera parte terminó con Giglberger como solista en el Concierto para violín y cuerdas en sol mayor de Joseph Haydn. Este compositor del período neoclásico tiene una orquestación y sentido musical exquisito. Giglberger supo darle elegancia sin perder el ímpetu.
La segunda parte del concierto trajo el Divertimento para cuerdas de Béla Bartók. Obra muy parecida a la de Veress, ya que presenta un aire folclórico muy característico y una orquestación sofisticada, muy exquisita de este compositor del siglo XX. Interesantes los múltiples cambios de compás del Allegro non troppo, así como el diálogo entre los grupos de instrumentos en el Molto adagio.
Ante la larga ovación del público, la orquesta regaló el presto del Divertimento en Re, K136 de Mozart.
El auditorio Santa Úrsula estaba lleno y el público fue muy respetuoso con silencios sepulcrales entre obras y mucho entusiasmo en sus aplausos. Aunque el auditorio no está aislado del ruido de una ciudad cada vez mas subhumana como esta, llena de alarmas y bocinas injustificadas, pudimos disfrutar de un elenco de calidad en un ambiente cómodo y agradable.
Aún queda todo un año por delante de calidad de artistas. La próxima semana se inicia el segundo Ciclo Sinfónico de la SFL en el Gran Teatro Nacional con la Orquesta Netanya Kibbutz de Israel, que promete también un programa interesante en una temporada mucho mas ambiciosa que la pasada.
También es interesante el ciclo de cine que se hace paralelamente, y presenta películas inspiradas en compositores. Este sábado 26 proyectarán a las 11 am en el CCPUCP de San Isidro "La flauta mágica", película de Ingmar Bergman inspirada en la ópera de Mozart. Este es un evento de ingreso libre con capacidad limitada, y contará con los comentarios previos de Jorge Wiesse.
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