Por Gonzalo Tello (Ópera Perú) La Sociedad Filarmónica he despegado en los últimos años apostando por cada vez mas artistas de clase mundial dando grandes satisfacciones. Hoy ofrecen mas de 25 conciertos con artistas de primera que son eventos de por si. Eso ya lo hemos comentado varias veces. Sin embargo, una temporada tan grande no está exenta de cambios de último minuto que afectan la programación.
Unos de los platos fuertes de esta temporada era la llegada de la orquesta Bruno Walter, la cual canceló su gira. Rápidamente es encontró un reemplazo adecuado con la orquesta Der Klangverwaltung de Munich, junto al prestigioso director Enoch Zu Guttenberg y el joven pianista austríaco Stefan Stroissnig. Esta inició su gira por sudamérica en setiembre. El programa ofrecido era doble, con obras de Beethoven, Mozart y Bruckner. Para nuestro país era muy interesante poder escuchar una obra de Bruckner, compositor que es practicamente nulo en nuestro medio.
Pero para muy mala suerte, a la mitad de la gira, el director Zu Guttenberg cayó enfermo de neumonía y fue trasladado a un hospital en Sao Paulo, donde permaneció en estado serio y no pudo proseguir en la gira. La orquesta llegó a Lima sola con el pianista. Este hecho afectó seriamente la presentación del programa doble. La orquesta y pianista optaron por presentar el mismo programa en ambos conciertos, sin director. Interpretaron la Obertura "Leonore" no. 3 de Beethoven, el concierto para piano y orquesta no. 17 de Mozart y la Sinfonía no. 7 de Beethoven. Algo que fue decepcionante para los abonados y personas que compraron entradas para ambos conciertos, sobretodo porque no se avisó con anticipación de que el segundo concierto tendría el mismo programa. Dejamos de apreciar la sinfonía no. 4 de Bruckner y el concierto "Emperador" de Beethoven, ya que, sin director, no era posible ejecutarlos.
Comparando al mismo elenco en el mismo programa en dos salas diferentes, permitió comparar acústicas y calidades de sonido. En mi opinión, la acústica del Gran Teatro Nacional, pese a no ser tan perfecta como se nos vendió al principio (está preparado para ajustar su acústica de acuerdo a cada tipo de espectáculo, pero parece que no se hace, esto hace que el sonido no corra libremente) es la mejor para un elenco de 80 músicos. El sonido es mas amplio y redondo que permite apreciar un mejor resultado. El Santa Úrsula sufre por la falta de una caja acústica que proyecte el total del sonido hacia la audiencia., por lo que el sonido no ofrece todos los matices que si ofrece el elenco, siendo algo seco y tosco. Este auditorio sirve mucho mejor para conciertos de cámara.
Bajo la dirección del concertino Andreas Reiner, y la experiencia que los músicos tienen como intérpretes de cámara, pudieron superar el reto de la ausencia del director. Tras una impecable obertura, el pianista Stroissnig demostró una técnica elegante para el concierto de Mozart, obra que lamentablemente no tiene nada de memorable y resulta muy poco virtuosa, comparada a sus mas famosas obras para este instrumento.
Ambos conciertos terminaron con la sinfonía no. 7 de Beethoven, interpretada muy al estilo de época, algo que podemos rescatar de este programa sin director. Antes del siglo XIX y el romanticismo, la figura del director era meramente de acompañamiento y para marcar entradas y ritmo, por lo cual las orquestas básicamente interpretaban solas. La versión estuvo a la altura, pero sin la energía que un director le pudo haber plasmado. A pesar de todo el público supo agradecer a la entusiasta orquesta con aplausos de pie.
Gajes del oficio. A pesar que otros elencos como la Sinfónica de Beijing y el Hyperion Ensemble han sido sustituidos por otros conciertos, aún quedan grandes eventos, como la llegada de Maxim Vengerov y Philippe Jaroussky, la Orquesta de cámara de Viena y Los Solistas de Moscú. Eventos que esperamos con muchas ganas.
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