Por MIKE SILVERMAN
The Associated Press
Dio perfectamente todas las notas, su voz tuvo la calidez y potencia que le son características. Su técnica sigue siendo impecable.
Hay un pero.
Parece que ni el trabajo duro ni la fuerza de voluntad pueden transformar a Plácido Domingo en barítono, la tesitura para la que Giuseppe Verdi escribió el papel principal de su ópera "Simon Boccanegra".
Y ese problema se volvió evidente el sábado por la noche, cuando el legendario tenor español cumplió un sueño largamente acariciado, al actuar por primera vez como el Duque de Génova, en una nueva producción del Staatsoper Unter den Linden de Berín.
Pese a su determinado esfuerzo por oscurecer su voz y darle un mayor peso a su registro más bajo, hay poco que pueda hacer Domingo para modificar la colocación natural de su voz. Por ejemplo, cuando un barítono canta las notas más agudas en la gran escena de la Cámara del Consejo, la presión de la voz, al llegar al límite de las notas más altas en las que el cantante puede sentirse cómodo hace que la interpretación sea emocionante.
Para un tenor como Domingo, esas notas son simplemente demasiado fáciles.
En el otro extremo, logró dar algunas notas bajas de muy buena forma, cuando se concentró cuidadosamente. Pero en los pasajes que le pedían bajar repentinamente, el sonido de la voz fue notablemente más delgado. Tanto en su dúo con Amelia, la hija perdida durante años en el primer acto, como en el trío cuando se une la prometida Gabriele Adorno en el acto siguiente, la línea vocal de Domingo fue opacada por las demás.
En lo dramático, Domingo resulta creíble el personaje, que comienza la ópera como un joven marino, envejece 25 años para la segunda escena y tiene que mostrar tanto liderazgo político como ternura paternal. Si a esas exigencias se añade una muerte por un veneno de efecto lento, se tiene que el personaje está hecho a la medida para un actor de talento tan enorme como el que tiene Domingo.
Después de cinco funciones más en Berlín, hasta el 13 de noviembre, Domingo repetirá la actuación en Nueva York, Londres, Zurigh, Milán y Madrid.
Domingo ha reconocido que no puede convertirse en barítono, pero que este papel le atraía mucho, y los productores de la ópera no podrían negarle un gesto a un cantante de su estatura. Además, sus actuaciones en todo el mundo suelen agotar las localidades.
A sus 68 años, Domingo ha reducido su zona de tenor y ello ha restringido su repertorio.
Pero el solo sonido de su voz _aunque sea colocada en una tesitura que no le corresponde_ es capaz de provocar júbilo en un teatro, y esa capacidad debe apreciarse, especialmente ahora, que Domingo parece más cerca del final de su carrera con cada presentación.
Por lo tanto, era natural que el público en el estreno se pusiera de pie y que pidiera a Domingo y al elenco salir de nuevo para recibir los aplausos, que duraron 20 minutos.
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