04 diciembre 2008

"Pan y Toros" de Barbieri marca el regreso de la zarzuela a Santiago

Se estreno con bastante exito la zarzuela "Pan y Toros" de Barbieri, una gran produccion de EMilio Sagi con la joven soprano Mariola Cantarero y la consagrada Milagros Martin. Aqui una critica de El Mercurio de Chile:

La zarzuela vuelve al país moderna y sofisticada  JUAN ANTONIO MUÑOZ

 Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894) es considerado uno de los más grandes maestros de la zarzuela; cuenta con cerca de 60 títulos en los que registra una variedad colorística sorprendente, mezclando aspectos de la idiosincrasia castiza y estimulando a la vez las particularidades de la lengua y sus modos cambiantes. A él pertenece "Pan y Toros" (1864), con libreto de José Picón, que el Teatro Municipal programó este año al interior de su temporada de ópera, dando así un impulso renovado a una expresión lírica muy querida por el público chileno y que repletó, durante el siglo XX, teatros de Santiago (en especial el recordado Teatro Cariola) y de provincia. Muchos maestros (entre ellos el recordado crítico Daniel Quiroga) y cantantes chilenos, latinoamericanos y españoles dieron vida a "Luisa Fernanda", "La verbena de la paloma", "La del soto del parral" y tantas otras. "Pan y toros" -cuyo nombre remite al "opio del pueblo" o a la expresión latina "pan y circo"- tiene todos los componentes del género, a los que agrega unas ínfulas operísticas italianas sorprendentes. Su argumento remite a la compleja corte de Carlos IV y sus personajes parecen extraídos de algún óleo de Goya. Aparte del mérito que implica programar esta obra, el principal triunfo de esta aventura del Teatro Municipal radica en que la zarzuela vuelve como un espectáculo moderno y sofisticado. Esto se debe tanto a la régie de Emilio Sagi como a la escenografía de Enrique Bordolini y al hermoso vestuario de Imme Möller. Sagi aprovecha todos los recursos teatrales disponibles para aportar puntos de vista a las situaciones de feria, fiesta y drama, turnando momentos de claroscuros con otros de enorme brillo, y llamando a sus actores-cantantes, al coro y al ballet (Compañía de Danzas Españolas) a un compromiso divertido y exigente. Su propuesta es iniciar un viaje por los distintos aspectos que Goya plasmó en su obra, presidido por el pavoroso "Saturno devorando a un hijo", lienzo que trae aparejada una fuerte crítica social y que va bien con el fondo de la trama que se representa. La Orquesta Filarmónica de Santiago responde con carácter y fluidez a los requerimientos y tempi del maestro José Fabra, mientras que el Coro del Teatro Municipal (dirección de Jorge Klastornick) hace un aporte fundamental en sonido y energía. No se puede dejar de destacar la divertida escena de falsas lamentaciones de las mujeres de la corte en el último acto. En un reparto con más de veinte requerimientos solísticos, destacan la apostura y seguridad vocal del barítono Javier Franco (Capitán Peñaranda); la noble línea de canto y contenida expresividad de Milagros Martín (Princesa de Luzán) y la efectista entrega de la soprano Mariola Cantarero (la malvada y rabiosa Doña Pepita), espléndida en coloraturas y sobreagudos. Menciones especiales para el Abate Ciruela del tenor Luis Olivares, quien muestra desplante escénico como nunca antes, y el pintor Goya de un irreconocible barítono Patricio Sabaté, quien otra vez hace un aporte musical y teatral. La experiencia y quijotesca figura del actor Juan Carlos Bistoto sirven al breve personaje del ministro Jovellanos.

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