Por Ramón Jacques
(Vía Pro Opera)
El Festival de Verano presentado en el nuevo Teatro Auditorio de la población madrileña de San Lorenzo del Escorial (construido al lado del famoso monasterio, histórica residencia de la familia real española y lugar de sepultura de los reyes de España), incluyó este año, la representación de Carmen de Bizet con puesta escénica del polémico y transgresor director de escena Calixto Bieito, que desde su primera representación en 1999 en el Festival de Peralada, España y de viajar por diversos teatros de Holanda, Bélgica e Irlanda no había sido vista en este país. A pesar de que en su momento los montajes de Bieito, como este de Carmen que fue su segundo trabajo en el genero, sorprendieron y fueron muy discutidos por la forma tan cruda con la que irrumpió en el genero operístico, mediante el uso grafico de la violencia, el alcoholismo, el sexo y la sangre, con el paso del tiempo estos parecen haber perdido algo de vigencia y poco sorprenden y ofenden ya al publico. Si bien sus conceptos dotan de realismo a lo que se ve en escena y su manejo de la ironía y el sarcasmo es constante, sutil y divertida, la exagerada violencia y escenas de violaciones contenidas en esta Carmen, carecen de sentido o justificación teatral. La acción, la trasladó a Ceuta, cerca de la base militar de España en el norte de Marruecos, donde conviven soldados españoles, con contrabandistas -en autos mercedes de segunda mano- prostitutas, aldeanos, y pocos elementos: como una cabina de teléfono, o la famosa silueta del toro de Osborne. Los artistas, miembros del coro, y solistas actuaron sus personajes con intensidad, fuerza y la crudeza dispuesta por el atrevido director de escena. Musicalmente, el director colombiano Alejandro Posada, guió a la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid, y al Coro de la Comunidad, con mano segura, ofreciendo una lectura convincente en la dinámica, la armonía y en el ritmo. En su primera intervención en el papel principal, la mezzosoprano uruguaya Adriana Mastrangelo desplegó sensualidad y convicción en su desempeño actoral, cantando con grata tonalidad oscura de timbre, seguridad en todos los registros, musicalidad y encomiable dicción. El tenor Jorge de León, actuó con carácter el papel de Don José (un obsesionado, violento y sanguinario personaje en esta puesta) y desplegó una amplia proyección en su canto, de sonido brioso y firme. La soprano Emilie Pictet, prestó su cálido color de timbre, evidenciando precisión y un registro agudo preciso y seguro en su aria, y su actuación de una mujer despechada y agresiva fue notable. El papel de Escamillo, fue actuado y cantado con carácter y decoro por el barítono Marco Moncloa. El resto de los cantantes cumplió meritoriamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario