Por Gonzalo Tello (Operaperu.com)
La producción de Vivien Hewitt no deja lugar a dudas de que esta historia ocurre entre los años 20 y 30, sin embargo, salvo detalles mínimos de movimientos y costumbres de la época, esta termina siendo una dirección tradicional, y muy poco desprendida del original.
Los diseños de escenarios son muy bonitos e inspirados. La directora plantea una propuesta interesante y coherente. El punto negativo, lamentablente, son los acabados finales que desinflan la fantasía en la escenografía. Lo mismo con los vestuarios, que resultaron confusos. Al final, el éxito de una producción de este tipo reside en cuidar los mínimos detalles.
Enrique Ricci, marcó a la orquesta con tiempos contundentes y correctos, le dió apoyo necesario a los cantantes para exhibirse e imponer el drama en sus interpretaciones. La orquesta tuvo una buena interpretacion durante toda la obra.
Ina Kancheva, como Violetta posee una voz que si bien tuvo dificultades en los pasajes de coloratura más difíciles, va progresando con el paso de la obra. Se ve que la soprano búlgara le da mucha importancia a la interpretación escénica, y eso ayuda a salvar otras fallas, sobretodo los duettos con el tenor.
Jacqueline Terry es una voz que lo deja todo sobre el escenario. Durante el aria “Ah forse lui” nos muestra un gran dominio de su instrumento en todo sentido. Durante la cavaletta “sempre libera” combina de forma magistral los movimientos extasiados de su personaje, con un control total de la coloratura, incluso llevándonos al éxtasis con un mi bemol sobreagudo que desató los aplausos del público. Su “addio del passato” fue tan intenso que conmovió hasta al mas frío. Realmente un gran logro de esta soprano en un rol tan difícil, que hizo suyo de pies a cabeza.
Carlos Duarte ha cantado personajes heroicos como Pollione, Manrico, Calaf, etc. Quizá ese tipo de canto haya influido en su deficiente Alfredo. La voz sonaba cansada y afónica; potente, pero carente de matices que sí necesita el personaje. Solo mejoró en el terzetto al final de la ópera.
Para Andrés Veramendi, el papel de Alfredo es uno que le queda como anillo al dedo y me atrevo a decir que es el mejor que ha cantado de protagónico en los últimos años en Lima. Sus emisiones son claras, y sus pianos en ciertos pasajes son bien controlados. Por momentos desborda el teatro con su potencia. También cabe destacar su evolución en la parte teatral, la cual tiene momentos interesantes.
Giuseppe Altomare entra con la finura de un canto asentado y en extremo lírico. Nunca forzando la voz y matizando durante todo su dúo con Violetta. En pocas palabras, un Germont redondo y justamente ovacionado.
La voz de Karoly Szemeredy es un gran descubrimiento. Su Germont durante el duo con Violetta fue algo frío y bastante inseguro, incluso calando muchas notas. Sin embargo mejoró durante el aria “Di provenza”. Durante el último acto escuchamos un color y potencia que hacen pensar en un gran futuro para el barítono de 29 años, que en Lima da inicio a su promisoria carrera.
El Coro Ciudad de Lima ha demostrado sus posibilidades como gran conjunto. La "independencia" teatral de cada miembro vuelve otra vez a hacernos olvidar las producciones acartonadas, y en buena hora. Sin embargo, necesita seguir trabajando para lograr un sonido parejo, que le permita ser una sola emisión que pueda matizar y jugar con los volúmenes sonoros. También debe insistir en la correcta pronunciación del idioma, algo que no hace mal, pero podría mejorar.
El doctor Grenvil de Carlos Martinez fue uno de voz trascendente, pura y agradable, pese a lo reducido del papel. La Annina de Ana Mamani fue impecable en todo aspecto, gran voz y muy capaz escénicamente. El Douphol de Xavier Fernández para aplaudir, pues demuestra intensidad dramática y una voz adecuada.
1 comentario:
Me parece maravilloso encontrar que en mi Lima,distante hoy, se construya este espacio tan necesario.
Realmente y con emocion: FELICITACIONES
Bianca Casagrande
bcasagrande@fibertel.com.ar
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