La nueva producción de “La Damnation de Faust” es un matrimonio inventivo entre una producción tradicional y tecnología visionaria. El mago creativo detrás de sorprendentes shows de artistas y compañías, desde Peter Gabriel hasta el Cirque du Soleil y Seiji Osawa, LePage es un artista maestro en narrar historias con el don de desarrollar la tecnología para servir a sus intimas historias humanas. En sus manos, se utiliza tecnología de última generación para intensificar la esencia de la historia, su impacto emocional y la teatralidad de la obra, como lo cuenta el mismo autor al Met. LePage ofrece su estilo visionario con esta ‘legenda dramática’ (vista por última vez en 1907) que será dirigida por James Levine.
¿Como describe su aproximación visual a ‘La Damnation de Faust’?
Trataba de buscar un punto de equilibrio entre la teatralidad de la ópera y el mundo cinematográfico, para crear una especie de portal donde ambas formas de contar historias se juntaran. Creamos una pared doble que luce por momentos como andamios. Tenemos artistas en esas paredes y tenemos proyecciones que vienen de atrás y de adelante. Entonces los artistas en tercera dimensión son atrapados en el sándwich de las realidades cinematográficas. Al inicio los cantantes estaban preocupados, pero luego se dieron cuenta que era un ambiente amigable con sus voces, pues se bloquea el arco del proscenio con una pared que sirve de espejo, así que las voces se proyectan a la sala.
¿Porque esta opera se adapta a este trato inusual?
La historia original de Fausto es como una película real. Empieza en este pequeño estudio con este anciano amargado. Mephisto lo atrae al mundo real, ofreciéndole estas experiencias sensuales. El mundo de la opera y el teatro es concebido como un lugar estático, y el desafío de la obra es traer al publico al interior de Fausto, dándoles diferentes experiencias, sensaciones, y entrando en diferentes mundos sensuales. Entonces, es un gran lenguaje cinematográfico el que se usa.
¿Como concibió esta puesta para el Met, luego de la original de 1999?
Todos los visuales se rediseñaron, y agregamos el video interactivo. Es un elemento bien particular, pero cuando funciona lo hace de maravilla. No son imágenes grabadas. Las imágenes se encuentran en un banco de datos y aparecen en escena de acuerdo al movimiento, calor corporal, tono y variaciones de voz de los cantantes. Las imágenes se representan dependiendo de lo que hagan, así no se pierde el toque con el artista. Complementa la representación, porque no pone al artista en segundo plano.
¿Usted describió la opera como un gran ‘punto de encuentro’, que quiso decir?
Frank Lloyd Wright dijo una vez: “La arquitectura es la gran madre de las artes”. Pero yo creo que la opera es la gran madre de las artes, porque la opera incluso incluye a la arquitectura. La opera invita al teatro, literatura, música, danza, y por supuesto, ha tratado en las ultimas décadas de incluir cine. Creo que las herramientas están ahí para invitar la lógica del film en las artes escénicas y hacerlo sentir algo auténtico.
¿Usted cree que esta es la dirección de la opera en general? Incorporar film y nuevas tecnologías a las producciones?
Las casas de ópera, deben definitivamente cambiar y progresar, y eso es lo excitante de lo que pasa en el Met justo ahora. Se siente que recibe bien la idea de que la ópera es una forma de arte actual y al día. No es una forma de arte vieja y en decadencia, por el contrario. Pero para lograr eso hay que alcanzar público que no necesariamente viene del mundo operístico. Se debe invitar disciplinas que están esperando expresarse ellas mismas. Hay otros elementos esperando ser lanzados al remolino.
*Entrevista hecha por el Met y publicada en su pagina web en ingles.
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