“Dedicatoria a Richard Wagner de la Sinfonía Dante:
De la misma forma como Virgilio guió a Dante, tú me has guiado a través de regiones misteriosas de esos mundos de la música tan llenos de vida.
Yo te digo desde lo más profundo del corazón:
‘Tu se’ il mio maestro, e’l mio autore!’
Y te dedico esta obra; recíbela como homenaje de un amigo cuyo afecto no cesará nunca. Franz Liszt. Weimar, Pascuas 1859”.
Liszt a Wagner en Pascuas 1859
(La frase en italiano está sacada de la Divina Comedia)
“Quiero decirte no obstante que será preciso guardar gentilmente para nosotros dos la dedicatoria que tu has escrito sobre el ejemplar de la Sinfonía Dante; yo, al menos, no diré nada a nadie. Positivamente me ha hecho sonrojar, creelo. No sabría decirte cuanto me siento como un pobre músico; con la mano en el corazón, me siento un verdadero ignorante. Tendrías que verme a veces cuando me digo: ‘Es preciso de todas formas que haga algo’, me siento al piano y masacro algunas melodías para abandonar inmediatamente el intento como un imbécil. ¡Que desánimo entonces!. “
Respuesta de Wagner a Liszt: Carta 3 Mayo 1859, tras recibir la dedicatoria.
Este análisis de la relación entre Liszt y Wagner no es en absoluto un tema de erudición biográfica, es más, esa visión del tema es secundaria y no orienta en modo alguno este texto. En todos los libros biográficos de Liszt se pueden encontrar datos de su relación con Wagner, pero muy pocos datos de la relación artística entre ambos.
Así pues el centro del interés wagneriano del tema está en estas cuestiones:
- La necesidad que Wagner tiene de Liszt como persona y como artista.
- Las influencias artísticas que esta relación comportó para ambos en su obra.
- Las aclaraciones que sobre la obra wagneriana se pueden encontrar en los escritos entre Wagner y Liszt.
- Detalles sobre la conducta de Wagner en aquellos años difíciles, antes de tener el soporte de Luis II de Baviera.
Para conocer los detalles de estos temas en principio podría creerse que deberíamos centrarnos en los textos ‘Mi Vida’ de Wagner o en los Diarios de Cósima, y sin embargo, aunque en ambos textos hay detalles interesantes, su aportación es mínima en comparación con la información que nos muestra la correspondencia entre Liszt y Wagner, que, aunque incompleta, está editada en alemán y francés.
En cuanto a las obras escritas por Liszt hay muy pocas referencias a Wagner fuera de los análisis detallados del Lohengrin y el Tannhäuser de 1850 y posteriormente los análisis del Oro del Rhin y Maestros Cantores, que sin duda son imprescindibles. También hay algunos temas de interés en la correspondencia de Liszt con von Büllow.
LAS VIDAS NECESARIAS EN LA OBRA DE WAGNER
“En mi vida todo es hundimiento, no es ella misma más que ruinas…. No puedo vivir como un perro, no puedo dormir sobre paja y deleitarme en beber aguardiente de baja calidad; hace falta que me sienta adulado de alguna manera, si se quiere que mi espíritu lleve a cabo esta obra dolorosa y difícil, la creación de un mundo que no existe”.
(Carta del 15 de Enero de Wagner a Liszt )
“Tu fotografía me ha sido anunciada por una mano muy amable, pero aun no me ha llegado. Ya te he dicho alguna vez que tu pequeño busto es el único adorno de mi sala de trabajo. La fotografía tendrá su lugar en mi misma habitación donde nada me recuerda ‘al artista’.
Beethoven, Weber, Schubert y otros semejantes están en la primera sala, donde están acompañados de tu retrato (que lleva esta divisa: ‘Tu sabes lo que vendrá’). En mi habitación quiero que estés solo con mi San Francisco, que Steinle ha dibujado admirablemente para mí: esta de pie, firme como una roca, sobre las olas tumultuosas del mar, su manto extendido a sus pies. “ (Liszt a Wagner: Carta 31 Mayo 1860)
Wagner es uno de los artistas que ‘se hace a sí mismo’, es increible ver su firme convicción en el camino a tomar, su radicalidad en ello, su originalidad frente a su época y en general la poca dependencia que tiene de otros artistas respecto a su ‘camino artístico’.
En música su única pasión absoluta, su único reconocimiento de deuda total, es con Beethoven, y aun así sus caminos son tan distintos que debemos considerarlo un ‘precursor’, no un ‘maestro’ de Wagner.
Beethoven es un peldaño necesario para llegar a Wagner, pero no es quien le muestra o define el camino wagneriano en el Arte.
Sin embargo, mientras en su visión clara de la obra dramática total Wagner es bastante autónomo, en su vida, en su personalidad vital, en su camino real, es totalmente dependiente de 3 personas sin las cuales su obra hubiera sido o sobrevivido de forma distinta totalmente.
Estas personas se presentan además en su vida de forma secuencial, o mejor dicho, su ‘necesidad’ se presenta de forma perfectamente secuencial, de manera que cuando uno deja de ser ‘una necesidad’, aparece el siguiente para cubrir su nueva necesidad.
Estas tres personas, las tres vidas que Wagner necesita para su obra son, en este orden vital, Liszt, el Rey Luis II y Cósima.
Como veremos con más detalle, Liszt fue una necesidad global para Wagner durante muchos años, de 1846 a 1864 cuando el Rey Luis II tomará el relevo. Durante estos años Liszt fue su único amigo, su salvador en la persecución, su ayuda económica, su interlocutor en temas de debate artístico y su soporte humano en las graves crisis que Wagner sufrió en este tiempo.
Luis II fue sin duda el que aseguró la gloria de Wagner, posibilitó acabar su obra y sus sueños más imposibles. Y Cósima, aparte de ser su permanente ayuda personal, fue imprescindible en los últimos años (precisamente cuando el Rey Luis II se alejó un tanto de la vida de Wagner) y sobretodo fue una necesidad para la continuidad de su obra y su pensamiento.
Con todo, la diferencia en el caso de Liszt es que fue una necesidad artística, el único de los tres que estaba en el mundo del Arte musical, y en la etapa en la que la obra de Wagner no era comprendida. Liszt fue el único que entendió su arte desde el principio con la fuerza necesaria para apoyarle decisivamente.
La relación de Wagner y Liszt está repleta de temas esenciales para comprender el camino artístico de Wagner, y en eso se diferencia Liszt completamente de la influencia de Luís II o Cósima. Liszt no solo fue un mecenas absolutamente necesario, fue un artista necesario para Wagner.
Eso no quita que además de ser el gran difusor de la obra de Wagner cuando nadie la consideraba, haya sido además el único mecenas económico en los años de mayor miseria de Wagner.
“Estoy en una muy triste situación, y por ello me digo a menudo si usted podría venir en mi ayuda. Yo he intentado por mi mismo la publicación de mis tres óperas. He reunido el dinero por medio de diversas deudas. Actualmente todos mis deudores piden ser reembolsados. La situación no puede prolongarse más que durante ocho días más, pues todas las tentativas que he hecho para vender mis obras, incluso solo por la suma que yo había gastado en publicarlas, han sido infructuosas debido a los difíciles tiempos que he atravesado. (…)
¿Podría usted procurarme esa suma?. ¿La tiene usted o alguien que por amor a usted la daría?. ¿No sería algo muy interesante si usted se convirtiera en propietario-editor de mis óperas?. ¿Y sabe usted cual sería el resultado de ello?. Pues que yo volvería a ser un hombre, un hombre para el cual la existencia sería posible, un artista que en su vida no se ocuparía más de la cuestión del dinero y que se contentaría con trabajar con ánimo, con placer”. (Wagner a Liszt: Carta 23 Junio 48)
Como puede verse las deudas de Wagner no eran a menudo por vivir en el lujo o gastos superfluos, como se suele decir, sino por su obsesión en dar a conocer su obra. Liszt le ayudó siempre.
“Vuestro proyecto de retiraros por un tiempo en Zurich a fin de trabajar con tranquilidad me parece muy bien, encargo a Vellón de enviaros 300 francos como dinero para el viaje. Espero que Mme Wagner se reunirá contigo y antes del otoño os enviaré una pequeña suma de dinero para permitiros ir viviendo”. (Liszt a Wagner: respuesta a la carta anterior, sin fecha).
“Tu sabes muy bien, que yo no puedo soñar, por lo menos a medio plazo, de volver a Alemania. Es preciso pues que me reuna con mi esposa en tierra extranjera. Yo no la he anunciado aun que no es posible soñar por ahora con encontrar algún apoyo en la corte de Weimar; ella lo comprenderá sin duda y se resignará. Pero para realizar su deseo y reencontrarse con su marido, nos falta a ella y a mi…. ¡Todo!. Solo para poder abandonar Dresde necesita, en la situación tan difícil en que se encuentra, dinero, unos 62 tahlers debe pagar en los próximos días y no sabe de donde sacarlos. Es preciso que embale lo poco que nos queda y los envíe. Es preciso que deje a sus pobres parientes, de los que yo era antes su único sustento, al menos de que vivir en espera de tiempos mejores; necesita que haga el viaje a Zurich y por último que yo pueda ofrecerla aquí, al menos en los primeros tiempos, el pan de cada día. En estos momentos no puedo ofrecer nada a nadie: vivo únicamente del resto de dinero que antes de mi proyectado viaje a Paris recibí de ti”. (Wagner a Liszt: Carta sin fecha)
Como vemos sin la ayuda de Liszt, Wagner no hubiera podido sobrevivir, y hubiera tenido que abandonar el arte tal como ya había pensado en algún caso. Y vemos que no pide para lujos sino por necesidades perentorias. Liszt le enviará a Minna el dinero para salir de Dresde e ir a Zurich.
“Te agradezco cordialmente, mi excelente amigo, el haberme enviado el dinero. A propósito de este envío, solo hay una cosa que me inquieta: y es que tu no me indicas que estos 100 thalers deben ser considerados como un avance sobre mis honorarios por ‘El Holandés Errante’. Solo es bajo esta condición que yo he pedido esta suma y es la única condición para poder admitirla pues así nadie debe sufrir una vez más de mi impertinencia” (Wagner a Liszt: Carta Agosto 1852)
ALGUNOS DATOS DE LA RELACIÓN WAGNER-LISZT
“Querido amigo, gracias por haberme facilitado los medios para refugiarme en el amable asilo desde donde te escribo”. (Wagner a Liszt: Carta 9 Julio 1849)
“Mi querido Liszt, es preciso que yo te lo diga, ¡tu eres un amigo!. Permíteme no decirte nada más, pues si siempre he visto en la amistad entre dos hombre la más noble y admirable relación que pueda existir entre dos criaturas humanas, tu materializas de alguna forma esta idea para mi, haciendo que pueda no solo concebir, sino sentir y tocar, por así decirlo, lo que es un amigo”. (Wagner a Liszt: Carta sin fecha, pero de julio 1850).
Aunque, como ya he dicho, no se trata de hacer una biografía, sin duda es imprescindible dar una idea de los momentos básicos de su relación, aunque solo sea para poner un marco a ésta.
Wagner se presentó a Liszt en Paris 1840, pero esta primera vez no tuvo importancia. Wagner iba a pedirle dinero ante su situación desesperada, pero no se atreve a hacerlo al final.
La primera carta de Wagner a Liszt es de 1841, y en 1844 Wagner estrena Rienzi en Dresde. Su segundo encuentro es en Dresde viendo el Rienzi (Liszt está en ese tiempo con Lola Montes que es la que le invita a verlo. Lola Montes, bailarina amante del Rey de Baviera, Luis I. Esta relación aceleró la ruptura con María d’Agoult).
La segunda carta es de 1845 pidiendo dinero para un monumento a Weber en Dresde que Wagner promovía. Pero el contacto vital se inicia cuando en 1846 Wagner le envía las partituras de Rienzi y Tannhäuser.
En Weimar Liszt lee la partitura del Tannhauser, y se convierte en ferviente wagneriano, hasta un grado de admiración que sorprende tratándose de artistas. Para Liszt el trío Berlioz, Wagner y Liszt podrían ser los ‘músicos del porvenir’ que ya había soñado antes.
Wagner dominaría el Drama Escénico. Berlioz la música de Programa sinfónica (con su Harold en Italia) y Liszt los Poemas Sinfónicos, el nuevo piano y la música religiosa del futuro.
Wagner en esta época tiene deudas y miserias y escribirá continuamente a Liszt pidiendo dinero… la paciencia de Liszt es enorme pues las cartas de Wagner son poco agradables…. Muy apremiantes, junto a otras muy depresivas: “Querido Liszt, no dejes de estimarme, ten alguna indulgencia para mi, y acéptame tal como soy”.
El 16 Feb 1848 Liszt logra estrenar en Weimar el Tannhauser (Wagner no puede ir pues se lo impide su trabajo en Dresde), a los dos meses estalla la revolución en Dresde.
En Mayo 1849 debe ayudar a escapar a Wagner (antes de escapar consigue que pueda visitar la Wartburg). La primera carta de Wagner tras su huida de Dresde, con un pasaporte que le dio Liszt de un amigo, refleja otro hecho fundamental: el envío a Liszt del Lohengrin, que le entusiasmará:
“Mi querido amigo, no me ha sido posible escribirte inmediatamente desde Rorschach (donde por lo demás llegué ayer por la mañana) y devolveros el pasaporte: media hora después de la llegada del barco, salía la diligencia hacía Zurich. Y he creido mi deber tomarla tan pronto como era posible, teniendo en cuenta que para este viaje he tomado como norma evitar toda parada inútil. Desgraciadamente el viaje ha sido lento, no pude partir de Coburg hasta el domingo para ir a Lichtenfels. Tuve la suerte de pasar por todas parte sin ser investigado; solo en Lindau se me pidió el pasaporte, que se me devolvió sin problemas pero con la marca de un Visado de Suiza. Es preciso devolvérselo al Dr. Widemann con esta Visa, pero espero que, gracias a su experiencia de hombre de estado, sabrá dar explicaciones de la aparición de esta visa en el pasaporte”. (…)
Uno de estos días Liszt recibirá de mi mujer un paquete de partituras, que las abra. Le pido que examine con tranquilidad la partitura de mi Lohengrin, es mi último trabajo, mi obra más madura. No la he sometido aun a ningún artista, nadie me ha dado pues que impresión produce. Por ello me urge saber la opinión de Liszt “. (Carta 20 Mayo 1849 a un intermediario, pero con destino indirecto a Liszt).
Wagner tiene aun tentaciones políticas al inicio de su exilio, en parte desanimado por todo, en parte por su deseo de explicarse. Así en la carta de Wagner a Liszt del 5 junio 49, dice:
“Te hablaré francamente: soy absolutamente incapaz de prestarme a una comedia de intriga; si no tuviera otro medio de triunfar que ese, haría mis maletas mañana mismo para irme a establecer en algún pequeño pueblo de Alemania. Quiero trabajar en tanto pueda; pero lanzar mis obras sobre un mercado semejante me es imposible. Por otra parte, el arte tal como existe ahora, ha caido tan bajo, está tan sumamente podrido, tan decrépito que bastará, para liquidarlo, de un segador atrevido que sepa darle el golpe de gracia. Tengo la necesidad de decirte esto claramente: en el campo de la contra revolución no es posible ya el arte, en el campo de la revolución el porvenir del arte es también problemático, a menos que se sepa cambiar a tiempo. En una palabra, mañana me pondré a escribir para un diario político serio un artículo sobre el Teatro del Porvenir. Te prometo abstenerme, en lo que me sea posible, de hablar de política y no comprometerte a ti ni a nadie. Pero en lo que concierne al arte y le teatro, me permitiré de ser, con las formas debidas, tan rojo como sea posible, pues es esencial que enarbolemos una posición clara.”
El color rojo era el de los revolucionarios de 1848 contra el estado conservador salido del Congreso de Viena de 1815. Fue una revolución anti-materialista, de la que salió el romanticismo.
La respuesta de Liszt es tajante y logró influir en Wagner decisivamente: “Abstente religiosamente en tus artículos a los diarios de toda alusión política sobre Alemania y deja en paz a los príncipes reales….”.
Liszt estaba tratando, y lo logró, que la Corte de Weimar permitiese representar las obras de Wagner, y evidentemente el recuerdo de la etapa revolucionaria de Wagner en Dresde era mejor no exponerlo en la prensa.
En 1850 estrena Liszt el ‘Lohengrin’ en Weimar, pese al estado en que estaba Wagner en el exilio, en el 101 aniversario del nacimiento de Goethe. Se nota su admiración absoluta por Wagner en estas palabras: “Querido amigo, debo tanto a su genio valiente y soberbio, a las ardientes páginas de Tannhäuser, que me siento cohibido para aceptar las gracias que me envía usted con motivo de las dos representaciones que tuve el honor y la dicha de dirigir. De ahora en adelante y para siempre, téngame entre sus más profundos y sinceros admiradores"
En Octubre 1853 estrena en Weimar ‘El Holandés Errante’, que no se había representado desde su estreno en Dresde en 1843. Para ello organiza una ‘Semana Wagner’ en 1853 donde se representaron las 3 obras de Wagner. Y seguidamente fue su primera visita a Zurich a ver a Wagner (no se veían desde 1849 tras la huida), una semana maravillosa: “Wagner me esperaba en el embarcadero, y casi nos ahogamos en los abrazos de bienvenida. Había a veces como si se rompiera la voz, viéndome Wagner lloró y rió y saltaba de alegría. (…). En una palabra, un gran carácter, algo como el Vesubio en plena erupción de fuegos artificiales, lanzando llamaradas y manojos de rosas y lilas”. (Carta a Carolina 3 julio 1853)
La segunda visita a Zurich fue en 1856, seis semanas, y es el momento álgido de su amistad. Tocaron juntos a piano el primer acto de La Walkiria.
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