Por Grete Arce Helberg desde Bogotá
La decisión que tomé el pasado mes
de abril de viajar a Bogotá y asistir a dos maravillosos conciertos que se
ofrecían los días 12 y 13 de julio fue acertadísima, pues ambos espectáculos
fueron extraordinarios, aunque bien diferentes uno del otro. Lo que más me
sorprendió fue enterarme del costo de las entradas para ambos espectáculos.
Puedo afirmar, sin lugar a dudas, que el monto que pagué por el pasaje aéreo y
el alojamiento en Bogotá, más el costo de las entradas, fue mucho más bajo que
lo que habría pagado en Lima sólo por las entradas a los espectáculos. Y es que
en Colombia el Estado apoya muchísimo a la Cultura y ello permite que en el
país puedan presentarse los grandes actores del momento a precios por demás
asequibles para el público. Ojalá tuviéramos en el Perú ese tipo de
colaboración! Suerte la de los colombianos!
Comenzaré por comentar el concierto
“Dos Voces, una Pasión” que ofrecieron la gran soprano rusa Anna Netrebko y el
bajo-barítono uruguayo Erwin Schrott. Simplemente, me encantó. Creo que nunca
experimenté mayor felicidad, pues ver a Anna Netrebko en persona fue una
ilusión hecha realidad que colmó todas mis expectativas, por su hermosísima
voz, su agradable presencia escénica, su simpatía y su gran virtuosismo. Yo
esperaba que el concierto no terminara y que “la Netrebko” siguiera cantando
una y otra vez, pero hasta una diva de extraordinarias cualidades vocales como
ella también se cansa y debe cuidar su voz y medir sus presentaciones. Su repertorio
como solista incluyó “Il Bacio” de Luigi Ardite, “O Dieu, que de bijoux… Ah, je
ris” de Fausto de Gounod, el dúo
“Quanto amore” de L’Elisir d’amore de
Donizetti con Erwin Schrott, “Io son
l’umile ancella” de Adriana Lecouvreur
de Cilea, el dúo “Lippen schweigen” de La
Viuda Alegre de Lehar con Erwin Schrott, “Canción a la luna” de Rusalka de Dvorak, el dúo “Bess, you is
my Woman now” de Porgy and Bess de
Gershwin, con Erwin Schrott y, como última de sus intervenciones, una canción
rusa muy sentida que Anna cantó con toda la emoción de la que es capaz.
Por su parte, Erwin Schrott nos deleitó con su bella voz de bajo-barítono,
su extraordinario histrionismo, su versatilidad y su simpatía a toda prueba.
El, además de un gran cantante, es un maravilloso “showman” pues sabe cómo
encandilar al público. Cantó “Madamina, il catalogo è questo” de Don Giovanni de Mozart, “Le veau d’or”
de Fausto de Gounod, “Udite, udite! O rustici!” de L’Elisir d’amore de Donizetti, junto con
el Coro, “Despierta negro” de La
Tabernera del Puerto de Sorozábal y, al final, como un bis “diferente”
interpretó el tanto “Rojo Tango” acompañado por bandoneón, piano y orquesta.
¿Qué
puedo decir? todo me encantó, estaba encandilada como lo estaban todos los
asistentes al teatro que aplaudían a rabiar y no querían que los artistas se
fueran. Mi admiración de siempre por Anna Netrebko aumentó y cada vez que la
vea en las óperas en HD del MET sentiré algo extraño, como si esa
extraordinaria y simpática soprano estuviera cantando para mí.
Tanto
admiré a los cantantes que no he mencionado a la Orquesta Sinfónica Nacional de
Colombia que se lució en la obertura “Poeta y Aldeano” y “Caballería ligera” de
Von Suppé; a la Sociedad Coral Santa Cecilia que interpretó el “Vals de la
Kermesse” de Fausto de Gounod, “Che
interminabili andirivieni” de Don
Pasquale de Donizetti y el “Coro de Románticos” de Doña Francisquita de Amadeo Vives; al director Eugene Kohn que nos
ha visitado tantas veces, con Plácido Domingo, con Andrea Bocelli… y al hermoso
Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, del mismo estilo de nuestro Gran Teatro
Nacional, muy moderno, cómodo y acogedor, con excelente visibilidad y acústica.
En
suma, un hermoso e inolvidable concierto en un hermoso lugar… ¿Cuánto pagué por
una entrada en Platea? El equivalente de doscientos noventa y cinco Soles…
Felicitaciones al Gobierno colombiano por apoyar la difusión de la cultura
musical.
Eso no fue todo. Al día siguiente,
sábado 13 de julio, fue el turno de “Tannhäuser” de Richard Wagner: Un extraordinario
elenco de voces estupendas y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar de Venezuela
bajo la batuta del gran Gustavo Dudamel, además del Coro de la Ópera de
Colombia y el ballet de la Compañía Cuerpo de Indias.
Una excelente puesta en escena de nuestro
conocido Alejandro Chacón que hizo en Lima la puesta en escena del “Don Carlo”
de Verdi hace dos años, con elementos modernos, luces especiales, pero un
vestuario que guardaba relación con la idea primigenia de Richard Wagner.
Hermosas las voces del tenor sueco
Daniel Frank como Heinrich Tannhäuser, de la soprano alemana Melanie Diener
como Elizabeth, de la mezzo-soprano rusa Elena Zhidkova como Venus, y de todos
los demás personajes que nos dejaron un sabor muy especial por sus excelentes
interpretaciones. Las partes corales que acabábamos de escuchar en Lima en la
“Gala Wagner” que presentó la Asociación Romanza, fueron sencillamente
apoteósicas y electrizantes.
¿Y la orquesta de ciento cincuenta
músicos con Dudamel? Simplemente maravillosa, discreta cuando tuvo que serlo
pero brillante y majestuosa cuando debió serlo. Los efectos de los bronces
sonando dentro del escenario y en la parte posterior de la Platea fueron lo
máximo, causando un efecto de música total.
El numeroso público que abarrotó la
sala del Teatro Municipal Jorge Eliécer Gaitán, en medio del cual se
encontraban muchísimos jóvenes y hasta chiquillos, aplaudió sin parar una
presentación excelente de una obra difícil y muy especial. Los peruanos que
tuvimos la suerte de estar presentes en el teatro felicitamos efusivamente a
Alejandro Chacón por su excelente trabajo y le manifestamos nuestro deseo de
volverlo a tener en Lima trabajando quizás en la próxima temporada del Festival
Alejandro Granda.
¿Cuánto pagué por una entrada en una
inmejorable ubicación en la Platea? El equivalente de ochenta y seis Soles. Un
regalo, ¿verdad?