DIEGO FISCHERMAN
Desde Buenos Aires
En la época en que fue construido el Colón -ese teatro cuya acústica aún es considerada entre las mejores del mundo- había en Buenos Aires siete salas dedicadas a la ópera. Llegaban compañías europeas, y cantantes de los principales teatros italianos, junto con sus cuerpos artísticos, técnicos y las escenografías. Se podía ver y escuchar lo mismo que en Milán o Roma. El viejo modelo del teatro veneciano, esa herradura cuyos diferentes pisos reproducían en escala el entramado social, florecía en la autoproclamada Reina del Plata. Pero algo pasó: en 1921, "La Nación" editorializaba una crisis, y para 1925 quedaba una sola sala, la del Colón, y gracias al salvataje municipal que desde ese año se hizo cargo de su administración (y gastos).
Cien años después, cerrado, en el medio de obras de refacción que generaron controversias desde su comienzo, en 2005, sin una programación y con la mayoría de sus cuerpos estables sin funciones. Ni los cien años de la sala que pasaron ni los doscientos de la Independencia, que Buenos Aires festejará junto a Chile y México en 2010, han inquietado a las autoridades del teatro. El 25 de mayo de 2008 hubo apenas un recital de arias. Y el 2010 no parece haber sugerido otra idea que la de traer la compañía completa de La Scala (como en 1908, podría pensarse) con un costo aproximado de ocho millones de euros, lo que alcanzaría para producir localmente alrededor de cuarenta títulos.
El actual director del Colón, Horacio Sanguinetti, deslumbró con sus antecedentes a Mauricio Macri, intendente de Buenos Aires: según le habían dicho, "sabía mucho de ópera". Nadie reparó en que ese saber de coleccionista, como habría dicho Adolfo Bioy Casares, de "datos inútiles", poco tenía que ver con la dirección de un teatro, y mucho menos con el necesario para habérselas con uno que, a las crisis estructurales, agregaba obras costosas, discutidas y paralizadas, una planta de trabajadores cuya mantención demanda la totalidad del presupuesto asignado, un quinto del total que la municipalidad destina a cultura. No obstante, en círculos oficiales se jura que la reapertura será el 25 de mayo de 2010. Circulan dos preguntas. Una, si podrá cumplirse ese plazo. La otra, parte de hechos como que la respetada base de datos www.operabase.com anuncia para los próximos años temporadas ya descartadas, pero nunca desmentidas. ¿Habrá algo para representar en esa sala una vez que sea abierta?
PARÁLISIS ARTÍSTICA
El telón de fondo de la crisis es la contradicción entre la necesidad de pactar con los gremios y el nivel artístico de sus cuerpos estables. Un ejemplo es tener una compañía de ballet capacitada sólo para realizar el acrobático repertorio zarista -sus integrantes rechazan de manera categórica "innovaciones" como Nijinsky, por no llegar a Duato o Forsythe- y cuyo promedio de edad ronda los cuarenta y cinco años.