|
Difusión |
Penderecki se presenta este viernes a las 8:00 pm en el Gran Teatro Nacional dirigiendo a la OSN y Coro Nacional en un programa especial con tres de sus obras. Suprimera visita a Perú es de gran importancia histórica.
Por Gonzalo Tello (Ópera Perú)
Krzysztof Penderecki es el compositor más revolucionario de nuestro tiempo, así podemos ser de categóricos. Tal como lo fue
Mozart, un prodigio musical a muy corta edad, o
Beethoven, que llevó los elementos musicales a otro nivel, abriendo paso al romanticismo. Penderecki, con su ánimo de ruptura de las reglas establecidas, en reacción al régimen de la post-guerra y sus ganas de exploración, fue sobresaliente y brillante, obteniendo el reconocimiento mundial desde muy joven. Aunque en su trayectoria encontramos diversas corrientes compositivas, su música lleva un sello personal. Ha ganado decenas de premios, entre los que destacan tres premios Grammy, un Emmy,
Premio Príncipe de Asturias a las artes,
Premio de la UNESCO, así como Órdenes a las artes en Francia, Alemania e Italia. Es Miembro Honorario de las academias musicales más importantes del mundo, incluso hay agrupaciones y escuelas con su nombre. Y como olvidar su música en películas clásicas del terror como “
El Resplandor” de Stanley Kubrick, o “
El Exorcista” de William Friedkin, entre otras, de
Martin Scorsese y
David Lynch.
Sigue a Ópera Perú en Facebook y Twitter.
Penderecki llega por primera vez a Lima invitado a dirigir a la
Orquesta Sinfónica Nacional y
Coro Nacional en un programa con sus obras más representativas. Además, ha recibido un Doctorado Honoris Causa en la Pontificia Universidad Católica del Perú y ha participado en eventos públicos. Desde la visita de Igor Stravinsky en los años 60, no recibíamos en Perú a un compositor de este nivel.
El maestro Penderecki llegó a Lima junto a su
esposa Elżbieta, su manager, directora artística de varios festivales musicales, embajadora y entusiasta promotora musical a nivel mundial. Desde su llegada el lunes han cumplido una apretada agenda de ensayos, encuentros con la prensa, sesiones de fotos, conversatorios, honores académicos y recepciones oficiales. Una visita de esta magnitud ha causado mucha expectativa en la comunidad musical del país.
El maestro tuvo la deferencia de recibirme durante sus primeras horas en nuestra ciudad y tuvimos una plácida conversación sobre diversos temas, desde su experiencia en la composición como sus expectativas y futuros proyectos.
Maestro Penderecki, bienvenido a Lima. Primero que nada, quisiera saber, ¿cuál es su relación y experiencia con Latinoamérica?
Empecé a venir a Latinoamérica hace unos 40 años. El primer país que visité fue Venezuela. En esa época conocí a
(José Antonio) Abreu, él era muy joven y dirigía coros.
Esto fue en tiempos antes de que el implantara “El Sistema” en Venezuela…
Por supuesto, fue el año 1966. Desde aquella época somos buenos amigos y desde entonces voy cada año a Caracas a dirigir sus orquestas. Lo que Abreu ha logrado es increíble, nadie ha hecho tanto por la música como él. También he visitado muchas veces el Teatro Colón de Buenos Aires, también Brasil y México.
¿Hay algo que encuentre particular en nuestra región?
Algo que es único es “El Sistema”, lo cual muchos países quieren imitar, pero no es tan fácil. El (Abreu) fue el primero. De aquí me gusta su gente. Para mi es diferente, habiendo crecido en Polonia y viviendo en Alemania y EEUU, pero nunca me sentí tan bien como en Sudamérica. Es mi primera vez en Lima, así que aún no puedo decir nada. Mañana comienzo los ensayos con la orquesta.
¿Usted tiene algún método particular de trabajo para la enseñanza?
Nosotros tuvimos una muy buena educación en Polonia. Tuve que aprender por muchos años contrapunto, polifonía y orquestación, por supuesto. Pienso que no es posible enseñarle a alguien lo que es la composición. La he enseñado en muchos países y pienso que es cuestión de solo ayudar y guiar, ya que eso depende de quien tenga el talento. Por supuesto que puedo enseñar orquestación, pero es algo en lo que puedo aconsejar, pero no la composición.
Y hablando de su trayectoria, para crear sus propias obras, ¿Tiene algún método especial de trabajo?
El método que he seguido durante toda mi vida es levantarme muy temprano en la mañana y comenzar a trabajar, así las ideas aparecen. Claro, yo tuve la suerte de haber tenido una excelente educación, allá por los años 50. Pienso que ya no es así actualmente. ¿Sabe? a los 7 años yo ya componía, nadie me enseñó composición.
¿Cómo fueron sus inicios?
Desde chico quise ser un virtuoso violinista, ese era mi sueño. Mi padre era abogado pero tocaba el violín, y un día me regaló uno cuando tenía 5 años, lo recuerdo pues fue antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces ese fue mi sueño. Pero luego, en los años de la post-guerra en Polonia, durante el régimen comunista, ni siquiera podía practicar música. Yo vivía en un pequeño pueblo, en el que mi profesor me escribía algunos “études” para poder practicar el violín. Así que al cabo de un par de meses aprendí a escribirlos yo mismo. Así fue como aprendí a componer.
Y aprendió a tocar el violín…
De una manera práctica. Era mi instrumento. Escribí los primeros años sólo para violín y luego aprendí todo sobre la polifonía, armonía, y demás de una manera muy rápida. Creo que tenía talento, ya que nadie tuvo realmente que enseñarme. Mi carrera comenzó luego de terminar en la Academia de Música de Cracovia. Quise viajar al extranjero, pero era imposible en esa época, pues no podía obtener un pasaporte. Estábamos dentro del Bloque Soviético y nuestros países estaban aislados. Un día leí en el periódico que había una nueva competencia para jóvenes compositores, y el primer premio era una beca para estudiar en occidente. Decidí que quería competir, así que escribí tres piezas, cada una con diferente seudónimo. Gané el primer premio y dos segundos premios, ese fue mi primer paso. Me dieron el pasaporte con el que viajé a Italia, donde conocí a
Luigi Nono, y también visité algunos festivales en Alemania. Allí comenzaron a darme comisiones, y cada año tenía nuevas comisiones. Luego de ganar todos estos premios fue más fácil para mí.
¿Usted regresa a sus obras para revisarlas, en la forma como, por ejemplo, Pierre Boulez hace?
No. Creo que lo que hice no debo cambiarlo. Por ejemplo, aquí dirigiré el
Treno para las víctimas de Hiroshima, pieza que escribí en 1960. Luego de tantos años es una obra muy actual y contemporánea. No cambiaría una nota de ella.
Y esa pieza es además “revolucionaria”, sobre todo para orquestas que no están acostumbradas del todo a ese lenguaje tan complejo. ¿Cómo hace para ensayar y practicar esa obra con estas orquestas? ¿Es muy complicado?
Por supuesto, ya que no querían interpretar mi música al principio. Al inicio, en los 50s, escribía música neoclásica, antes del “Treno…” y de
“Anaklasis”. Luego escribí estas obras pues quería escribir mi propia música, y lo hice, incluso contra los músicos e instrumentos, ya que no usaba la técnica normal, sino un método diferente, especialmente para el contrabajo. Así que inventé nuevos efectos, y luego pasó esto que es muy importante: Comencé a trabajar en un estudio electrónico en Varsovia que se abrió en 1957. Desde el inicio trabajé ahí y esta fue una inspiración para mí, pues allí encontré sonidos que no existían antes. Es como que trataba de escribir música que nunca había escuchado antes.
En muchas de sus obras se encuentran estos sonidos electrónicos de los que habla, pero producidos por instrumentos clásicos. ¿Alguna vez trató con computadoras o sintetizadores?
Claro que no, ¡en ese momento no habían computadoras! (ríe).
¿Ni siquiera después?
No, ya que eso llegó 30 años después. Le hablo de la mitad de los 50s, no había nada de eso.
Luego de esta etapa inicial, usted ha dicho en entrevistas que fue influenciado por Bruckner en sus composiciones…
Sí, pero eso fue después. En esa época todas mis piezas eran diferentes y quería encontrar algo nuevo. Luego, al inicio de los 80s, me cansé de esta estética musical.
Y estas composiciones, ¿fueron solamente por una motivación de descubrimiento, o por protestar contra el sistema de la época?
Ambas cosas. Quería ser yo mismo y continuar lo que había aprendido en la escuela por supuesto. Pero la influencia que descubrí en la música post-romántica de Bruckner la descubrí después de haber escrito todas mis piezas y haber descubierto todas mis posibilidades hasta ese momento. Así que escribí mi
Segunda Sinfonía en 1980, y fue la primera pieza con que traté este estilo, aunque este no duró mucho tiempo. Fue un cambio muy brusco para mí. Así como en los 50s, dejé de ser un compositor que escribía neoclásico para ser avant-garde, y luego escribí varias piezas con elementos de este estilo post-romántico. Escribí así un Concierto para violín, dedicado a
Isaac Stern, y otras piezas escritas alrededor de 1976 por al cabo de seis años. Luego cambié de estilo otra vez, luego de explorar este tipo de música fui en otra dirección.
¿Tiene un nombre esa Era compositiva de su nueva dirección?
Podría llamarla una Era de síntesis de todo lo anterior, en que desarrollé y reconocí mi estilo.
¿Algo así como el “Sonido Penderecki”?
Si, pues lo escrito en estas décadas tiene algo típico de mi propia música. Toda mi vida fui zigzagueando en la historia de la música, y estuve muy involucrado en la electrónica, escribí muchas piezas para teatro y cine. Además, ahora estoy en otra etapa. Pasados los 80 años, puede ser llamada mi etapa de estabilización.
¿Piensa que el futuro de la música es volver a mirar hacia el pasado?
No hay que olvidar que lo que hacemos es la continuación de toda la música del pasado. No se puede comenzar a escribir a partir de cero.
Pero hay compositores que tratan de borrar el pasado y crear algo diferente olvidando la historia.
Yo nunca olvidé la tradición, quizá solo por unos dos o tres años, haciendo música para teatro o cine. Creo que el neoclasicismo está volviendo. Hubo una época en los 60s en que escribir acordes tonales era sacrilegio. Yo incluso en este período escribí música tonal en
“La Pasión según San Lucas” y en mi
“Stabat Mater”, en el momento más agudo del avant-garde. Siempre escribí en lo que creí, no fui un purista. Creo en lo que estoy haciendo y al menos hasta ahora he acertado. Mi fascinación por Bruckner o Sibelius llegó en el punto más alto del avant-garde, por lo que quise mostrar que también hay otras posibilidades, en que podemos ir un paso atrás para poder dar tres pasos hacia adelante.
En la selección del programa que va a dirigir con la OSN hay tres piezas elegidas por usted…
El “Treno” no lo escogí yo, me lo pidieron, pues es una pieza que toma mucho tiempo de ensayo y que luego de 50 años sigue siendo difícil. Vamos a comenzar con el “Treno”, luego con el
Adagio de la Sinfonía no. 3, pero en la versión adaptada para orquesta de cuerdas. Hay gran diferencia, usted escuchará, entre el “Treno”, que tiene clústeres y todos los nuevos sonidos posibles, y el “Adagio” que es muy armonioso y cromático, con mucha tonalidad.
Luego el “Agnus Dei” para Coro a capela…
El
“Agnus Dei” (del “Réquiem polaco”) que escribí para el Cardenal Stefan Wyszyñski, una figura muy importante de la post-guerra, un anti-comunista. Lo escribí luego de su muerte y fue interpretada al poco tiempo, en 1981. También hice una versión para orquesta de cuerdas, pero aquí haremos la versión original a capela. Luego viene
Mendelssohn, su sinfonía. No 4, una pieza clásica. Me gusta la música del romanticismo temprano.
¿Y por qué no quiso dirigir una obra de Bruckner o Sibelius?
(Risas) Pues, sería muy pesado para este programa. El “Treno” es muy difícil, sobre todo para quienes no la han escuchado antes. Tiene que ser un programa balanceado.
¿Qué piensa que musicólogos o críticos dirán dentro de 100 años sobre el período de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI?
Creo que la segunda mitad del siglo XX fue importante en la historia ya que empujamos la música hacia adelante. Antes, el desarrollo era muy lento, pero a fines de los 50, el avant-garde fue muy agresivo y dio un nuevo idioma nada fácil para la percepción del público, algo absolutamente nuevo. En el último siglo hubieron dos períodos importantes: Uno en los años 20 en Viena, el avant-garde con Schönberg, Berg y el
dodecafonismo; y el otro fue nuestro
avant-garde de fines de los 50.
¿Y qué piensa que esta gente del futuro dirá sobre su música?
¡Quisiera vivir lo suficiente para saber! (ríe). Quizá, que escribí mucha música y muy diferente. Fueron 15 oratorios, 8 sinfonías, mucha música de cámara, 4 óperas, aunque ahora estoy escribiendo la quinta para la
Ópera de Viena…Que usé todas las posibilidades del siglo anterior, no solo haciendo piezas cortas avant-garde, sino escribiendo cuartetos de cuerda o coros a capela. Creo que en el último siglo nadie escribió tanto este tipo de piezas.
¿Cree que fue revolucionario como lo fue Beethoven en su época?
Si, lo fui en los 60s. Incluso ahora a mis 80 años creo que lo sigo siendo.
Cuénteme sobre esta ópera que va a componer.
Aún no la empiezo. El tema es
“Phaedra”, de Jean Racine. Esta es la ópera que siempre quise escribir durante los últimos 20 años. Será mi quinta ópera y será muy importante ya que Viena es uno de los teatros más importantes de Europa. Amo la ópera y la voz humana, de hecho dos tercios de mi música es escrita para voces.
¿Hay fecha de estreno?
No, me dijeron que para cuando esté lista. No tengo un tiempo límite pero probablemente será en 2018, porque necesito al menos dos años para completarla.
¿Ha tenido la oportunidad de escuchar a compositores peruanos, como Garrido-Lecca, Jimmy López, José Sosaya, u otros?
No realmente. Vivo en mi propio mundo y rara vez me gusta ser molestado. De tiempo en tiempo voy a conciertos a escuchar los clásicos.
¿Hoy algún compositor vivo le resulta inspirador?
No. Creo más bien que yo inspiro a compositores. Los grandes compositores ya están muertos.
Aquí algunos comentarios sobre la visita de Penderecki a Lima por compositores peruanos:
“La segunda mitad del siglo XX es inconcebible sin Krzysztof Penderecki. Gran pionero y explorador, Penderecki abrió nuevos caminos para generaciones subsiguientes de compositores. Su producción acapara una extraordinaria gama de estilos, desde los osados paisajes sonoros de su periodo experimental hasta el misticismo religioso presente en muchas de sus obras. Yo también he sentido su influencia y la he reconocido brindándole un homenaje durante los primeros minutos de mi obra orquestal “América Salvaje”. Su presencia en el Perú es un privilegio que merece ser celebrado”. – Jimmy López, compositor.
"Krzysztof Penderecki no sólo se atrevió a ensayar una liberación del sonido en sus trabajos vanguardistas iniciales, sino que además fue capaz de, cuando sus necesidades expresivas lo reclamaron, dar la espalda a las técnicas composicionales que lo hicieron famoso en el mundo, embarcándose en la aventura de decir algo trascendente en un lenguaje musical convencional. Su visita debe recordarnos a los artistas peruanos que, más allá de las técnicas que usemos, existe un núcleo expresivo en nuestra obra, y solamente a esa voz interior debemos nuestra completa lealtad." – Sadiel Cuentas, compositor.
Viernes 24 de Octubre - 8:00 p.m. - Gran Teatro Nacional
Orquesta Sinfónica Nacional
Coro Nacional
Director: Krzysztof Penderecki (Polonia)
Programa:
Krzysztof Penderecki:
Treno a las víctimas de Hiroshima
Adagio, de la “Sinfonía Nro. 3” (versión para cuerdas) (ESTRENO PERUANO)
Agnus Dei, del “Réquiem Polaco”, para coro solo (ESTRENO PERUANO)
Felix Mendelssohn:
Sinfonía no. 4 “Italiana” en la mayor, op. 90
DISCURSO DE PENDERECKI EN LA PUCP